Con negritas

¿Sobrevivirá Conte al culebrón de Iberia?

MIGUEL BLESA ha decidido imponer su ley en Iberia. El anuncio en cadena de hasta cuatro ofertas de compra amenazaba con relegar a Caja Madrid a la condición de mero comparsa en el futuro de la compañía de bandera. Frente a una eventual opa por la mayoría del capital, su 10% sólo habría servido para sacarle una sustanciosa plusvalía a la inversión que hizo cuando la aerolínea fue privatizada en marzo de 2000.

Blesa era consciente de que Caja Madrid podía perder toda o casi toda su capacidad de influencia en el previsible rediseño de Iberia. Y no estaba dispuesto a pasar por ahí, porque las decisiones que se tomen pueden afectar, para bien o para mal, en el entorno económico que constituye la base de su negocio.

A ESPERANZA AGUIRRE tampoco le agradaba la idea de que entidades ajenas a la comunidad metieran mano, a través de Iberia, en el aeropuerto de Barajas, que aporta más del 10% del PIB de la región y es, con diferencia, su principal fuente de riqueza.

La determinación de Caja Madrid y el aliento político con el que cuenta explican la rapidez con que se ha hecho con el paquete del  BBVA y, apenas cuarenta y ocho horas después, con el de Logista.

Cuando ambas operaciones se materialicen, y siempre que ninguno de los otros dos socios del núcleo duro (Britihs Airways y El Corte Inglés) ejerzan su derecho de tanteo, Blesa controlará más del 23% de Iberia y con ello cualquier movimiento de calado, toda vez que ese porcentaje, de rebote, le proporciona derecho de veto. Entonces, habrá llegado el momento de dilucidar también qué rumbo toma la compañía y quién estará a los mandos.

Desde el entorno de Blesa se ha lanzado un mensaje de tranquilidad a los actuales gestores, que pueden presentar una buena hoja de servicios. Pero la presidencia de Iberia es un plato muy apetitoso, al que nunca le han faltado pretendientes, sobre todo desde que los números rojos dejaron de ser un quebradero de cabeza.

El propio Blesa acarició la posibilidad de ponerse al frente a raíz de la dimisión de XABIER DE IRALA, pero se optó por la continuidad y el elegido fue FERNANDO CONTE. Que éste se mantenga en el cargo depende de la voluntad del nuevo hombre fuerte de la compañía, aunque es seguro que recibirá presiones por todos lados, sin duda mayores mientras más se politice el asunto.

Las especulaciones sobre un eventual relevo de Conte han devuelto a la actualidad algunos nombres que ya antes se había manejado  como posibles candidatos a la sucesión. Uno de ellos es el de GONZALO PASCUAL, copropietario del Grupo Marsans junto con GERARDO DÍAZ FERRÁN, presidente de la CEOE e íntimo de Esperanza Aguirre. Pascual siempre ha negado el interés por Iberia que se le atribuye. Su relación y la de su socio con la crisis de Aerolíneas Argentinas tampoco le favorecerían.

La SEPI, que conserva un 5,1% de Iberia, no ha dicho ni pío desde que se desencadenó el tsunami informativo en torno a la compañía de bandera. ENRIQUE MARTÍNEZ ROBLES contrajo en el Parlamento el compromiso de vender, con ocasión del trámite presupuestario. Según sus cálculos, el Estado ingresaría 191 millones por la operación si la acción fuese valorada a 3,88 euros. Atendiendo a lo que va a pagar Caja Madrid y a la reciente evolución bursátil, es improbable que consiga ese precio.

La caída de la acción de Iberia en los últimos días ha sido consecuencia del reforzamiento de Caja Madrid, pues, en opinión de los operadores, eso alejaba la posibilidad de una opa. Sin embargo, el consorcio capitaneado por Gala Capital, que respaldan Irala y ÁNGEL MULLOR, reiteró ayer su intención de pujar. Una actitud que contrasta con la de Britihs Airways, instalada últimamente en un discreto segundo plano.

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