Con negritas

La macroinmobiliaria de Rodrigo Rato

Con el traspaso de la gestión de todos los activos inmobiliarios de BFA y de su filial Bankia a una sola sociedad (Bancaja Habitat), RODRIGO RATO sigue el camino que ya habían emprendido el BBVA, la Caixa o Novagalicia Banco. Esos activos estaban antes fundamentalmente en los balances de Caja Madrid y de Bancaja, dos de las entidades españolas con mayor exposición al sector del ladrillo, cuyo derrumbamiento ha forzado la reestructuración en curso del sistema financiero. Los más problemáticos fueron concentrados en BFA en vísperas de la salida a Bolsa de Bankia, que gracias a ello se quedó limpia de polvo y paja y, en consecuencia, con un mejor aspecto para el mercado. Eso no impidió, sin embargo, que la OPV recibiera a la postre una tibia acogida, razón por la cual hubo que abaratar in extremis el precio de las acciones al 74% del valor en libros de los recursos propios de Bankia.

Al absorber los activos más problemáticos de las siete cajas que lo alumbraron, BFA se convirtió en algo muy parecido a un banco malo, aunque como compensación recibió importantes participaciones industriales (Iberdrola, Mapfre, Indra) y los casi 4.500 millones de las ayudas públicas solicitadas. El suelo y otras propiedades inmobiliarias de difícil venta alojadas desde entonces en BFA tendrá que intentar liquidarlos Bancaja Habitat, pero con la peculiaridad de que a ella irán a parar también los activos menos problemáticos que Bankia tiene en sus manos, hasta alcanzar un volumen total cercano a los 12.000 millones de euros.Si no se hiciera así, el negocio sería ruinoso, a pesar de la rebaja que previsiblemente se aplicará en el momento del traspaso y que algunas fuentes sitúan en torno al 30% de media. Un porcentaje, por cierto, algo superior al que representan las provisiones efectuadas para cubrir su depreciación, si bien dista bastante del 60% que se viene barajando para el caso de que el Gobierno de MARIANO RAJOY decida crear finalmente un banco malo.

Lo que, en principio, no va a experimentar cambios es la ubicación de la cartera crediticia vinculada a la construcción, que asciende a 50.000 millones en números redondos, de los que 38.000 corresponden a promotores y el resto a hipotecas de particulares. Esa cartera está lastrada por una alta morosidad (la total del grupo es algo mayor del 7%, en línea con el resto del sistema financiero), a tal punto que Bankia se ha visto obligada a poner en marcha un "agresivo" plan para reducirla, según se anunció con motivo de la presentación de los resultados del tercer trimestre del año.

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