Con negritas

Brufau mata dos pájaros de un tiro

En apenas cinco meses, la situación de Repsol ha dado un giro de 180 grados. A finales de agosto, tras el acuerdo entre Sacyr y Pemex, las horas de ANTONIO BRUFAU parecían contadas. Sin embargo, el presidente de la petrolera española no se dio por vencido y empezó a labrarse una victoria que hoy parece ya inapelable.

Para lograrla, ha contado con el respaldo de La Caixa, pero también le han favorecido las crecientes discrepancias que mantenían con LUIS DEL RIVERO otros destacados socios de Sacyr. El principal punto de fricción era la deuda contraída por la constructora cuando entró en Repsol y de la que hasta ayer seguían pendientes del pago 4.900 millones.

Antes de sentarse a negociar la refinanciación, Del Rivero quiso hacer una demostración de fuerza ante la banca y ofreció a Pemex un pacto para controlar Repsol, socavando el poder de Brufau. A los mexicanos no fue difícil engatusarlos, porque ansiaban sacar más partido de su inversión, pero a él le salió el tiro por la culata.

Ese movimiento suponía una declaración de guerra y los acontecimientos demostraron que Del Rivero no había medido bien sus fuerzas. Después de que La Caixa se negara a seguirle el juego, una conjura palaciega acabó el 20 de octubre con su destitución como presidente de Sacyr.

Le sucedió MANUEL MANRIQUE, al que sus acreedores exigieron la venta de acciones de Repsol para amortizar parte de la deuda. Como no encontraba comprador, se ha quedado provisionalmente con ellas la petrolera y, de paso, se ha quitado de en medio a Luis del Rivero, que seguía atrincherado en su consejo.

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