Consumidora pro nobis

Como las de verdad

El plan dominguero más gafapasta que se puede disfrutar en Madrid tiene lugar una vez al año. Consiste en hacerse con unos bocadillos y unas cervezas y, en lugar de pasar el día de pic-nic en un parque, darse la panzada de ver todos los pabellones de ARCO. Eso hicimos muchos el pasado domingo, y, aunque fuésemos de los últimos en visitar la feria, ya desde la inauguración sabíamos, gracias a los medios de comunicación, qué obras merecían más "oooohs". Este año eran la Capilla Sixtina dibujada en papel arrugado por el artista cántabro Javier Arce y el camión-dinosaurio del indio Jitish Kallat, que simula la estructura ósea de un mega animal del cretácico.  

Pero fuera de la obligación de pararse ante lo oficialmente destacable, parece claro que las obras más populares, las que generan mayor curiosidad y por ende el consabido corrillo alrededor ("mira cuánta gente, vamos a ver qué hay") tienen bastante que ver con la mímesis, un recurso estético que no se inventó precisamente ayer por la tarde. De ahí procede el éxito de las tres pantorrillas de la artista holandesa Madeleine Berkhemer, fabricadas en silicona, con sus sandalias de taconazo, sus rozaduras en el talón, sus venillas reproducidas minuciosamente e incluso tres o cuatro pelos de los que escapan a la depilación.  Milly´s left leg, que así se titula la obra, provocaba una expectación cercana a lo religioso y, por supuesto, infinitamente mayor que la que provocarían esas mismas piernas en su versión de carne y hueso. La palabra "mérito" sobrevolaba los comentarios de los asistentes. Otro gallo más lúbrico nos cantara si los méritos de la biología nos epataran tanto como los de la obra de Berhkemer, pero parece que los referentes, con sus correspondientes venillas, no cotizan tan alto. 

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