Consumidora pro nobis

Expresión plástica

Desde el nacimiento de la fotografía, el dibujo ha quedado arrinconado como técnica para representar la realidad. A los que no nos dedicamos al diseño nos resulta hoy muy trabajoso describir con precisión gráfica objetos o personas. De hecho, la meta principal de las primeras imágenes fotográficas era la de "ahorrarse" la reproducción a mano alzada de la realidad y obtener, al apretar el botón, una muestra bidimensional de aquella. Por eso el dibujo de la sesión en la que el juez Chin condena a Madoff contiene una gran paradoja: nos muestra, con herramientas previas a las de la época pixelada en que vivimos, el juicio por una estafa llevada a cabo con las artimañas propias de estos tiempos líquidos.

Su poder visual es perturbador: al mirarlo casi me olvido de lo que representa y me teletransporto a mis tiempos escolares, a las asignaturas de plástica y pretecnología. Veo las ceras con las que coloreábamos, empleadas aquí para pintar las canas y los puños de las camisas de los asistentes al juicio; veo los trazos toscos con que se esbozan sus chaquetas; veo sus caras de estupor libremente interpretadas por el o la dibujante en vez de ser captadas con precisión por la cámara.

 

Por la prohibición de publicar fotografías tomadas en juicios, el proceso contra el hombre menos empático del planeta, el que jamás se paró a pensar en los estragos que ocasionaría a millones de personas, ha de dibujarse con ceras Plastidecor. Si la misión del arte es reflejar el día a día del mundo hipermoderno pero proporcionándole una vuelta de tuerca, está claro que el dibujo de marras estará pronto en la Documenta de Kassel.

 

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