Contraparte

El tiempo se acaba, defendamos las Cocheras de Cuatro Caminos

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Pablo Carmona, Rommy Arce y Montserrat Galcerán

concejales del Ayuntamiento por Ahora Madrid

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La historia de las Cocheras de Cuatro Caminos comienza en el año 1919, cuando se inauguró esta obra del arquitecto de la Compañía del Metro y gran arquitecto del Madrid del siglo XX, Antonio Palacios, y los ingenieros Miguel Otamendi, Alejandro San Román y José Valentí. Entonces empezaba la historia de uno de los edificios más importantes del patrimonio industrial de nuestra ciudad, uno de los mejores exponentes de la construcción del Madrid contemporáneo y su red de Metro.

Hoy las cocheras de Metro de Madrid se han transformado en el APR.07.02-M, una descripción mucho menos romántica pero que puede significar el principio del fin de estas emblemáticas cocheras.

El desarrollo de este plan se apoya en una Modificación Puntual del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid del año 2012 que tenía como objetivos crear una gran zona verde pública, el desdoblamiento del intercambiador de transporte de Cuatro Caminos y la obtención de amplias zonas verdes. Todos ellos fines muy loables que se conseguían gracias al "enterramiento" o "traslado" de las actuales cocheras de Metro dejando una superficie libre y abierta para acabar con la barrera arquitectónica que supone el enorme recinto de cocheras en Chamberí.

Toda la operación de enterramiento iba a suponer la excavación de 195.000 metros cúbicos de tierra y la bajada de las cocheras a cerca de 12 metros de profundidad. A todos los efectos, esta operación y sus condiciones técnicas hacían compatible la edificación de las viviendas propuestas y la construcción de una gran zona verde de más de 16.000 metros cuadrados. Todo ello dentro del distrito que menos zonas verdes y dotacionales tiene de todo Madrid, Chamberí.

La realidad de la operación

Sin embargo, tal y como suele suceder en muchas operaciones urbanísticas, el peso de la parte lucrativa de la misma, las viviendas y el ahorro de Metro de Madrid al, no enterrar las cocheras, produjeron un grave problema en la superficie. Los objetivos de la operación se ponían en peligro. En tanto no se soterraba las cocheras, sobre la calle surgía un enorme montículo que impedía la sutura de la zona, eliminaba la accesibilidad de la misma y convertía las cocheras históricas del Metro madrileño en un estorbo para la operación.

Desde hace más de un año diversos colectivos y asociaciones vecinales de los distritos de Chamberí y Tetuán vienen denunciando esta situación, e incluso en abril de 2016 presentaron una alternativa en la que todos los intereses podían conciliarse. Sin embargo, finalmente el peso ha caído del lado lucrativo y se ha relegado el interés general y de conservación del patrimonio a un plano más que secundario.

Sabemos perfectamente que desde el inicio esta operación venía definida por el sello del Partido Popular, ya que de nuevo toda ella se asienta sobre la venta de patrimonio público para fines privados. Pero también sabemos que la operación se podría haber solucionado en un sentido favorable a las partes y al interés general.

El futuro de las cocheras

Hoy se estima en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid el plan de ejecución presentada por Residencial Metropolitan Coop. La votación supone un paso importante en una dirección que no consideramos la más acertada. A partir de la estimación de esta iniciativa se pone en un grave peligro la protección de las Cocheras históricas, se habilita la posibilidad de crear la enésima zona verde -que no es más que el techo ajardinado de una enorme losa de hormigón que no deja crecer árboles- y se da luz verde a una barrera arquitectónica con serios problemas de accesibilidad. Elementos todos ellos muy alejados de los objetivos iniciales del plan y con un aumento de edificabilidad lucrativa desmesurada para ese ámbito.

Tal y como han repetido durante estos años los colectivos que han seguido de cerca este plan, había alternativas para defender otra salida a esta situación desde el Ayuntamiento de Madrid. De las modificaciones del plan propuestas por el Ayuntamiento, en al menos dos se podría haber contemplado la opción de solicitar a Metro de Madrid el desarrollo de un verdadero enterramiento de las cocheras para, posteriormente, catalogar como patrimonio industrial la parte del recinto que se corresponde con las cocheras históricas, que ocupan solo una parte de las actuales.

Finalmente -a nuestro criterio-, se ha terminado por levantar la mano; se cede hacia el lado del uso lucrativo de la parcela, dejando aparcados en este proceso tanto su valor histórico como el uso a escala humana de la ciudad. Por una parte, retorciendo el concepto de "enterramiento" hasta considerar que un edificio ferroviario que se eleva más de tres metros sobre la superficie de la calle está soterrado, pero también dejando una zona verde que, de los 21.000 metros cuadrados esperados, se reduce a unos 10.000 metros útiles.

Tampoco es mejor la situación en la que quedan las cocheras de Antonio Palacios. Fuera del catálogo de bienes protegidos, la estructura histórica queda en un limbo que esperemos se pueda revertir, pues a día de hoy corren el serio peligro de desaparecer. Estas cocheras han contado con la defensa de más de 25 instituciones dedicadas a la protección del patrimonio, entre las que se encuentran Docomomo o el Plan Nacional de Patrimonio Industrial. La cuestión será, de nuevo, si se opta por proteger el patrimonio o se sigue en una línea que termina por subordinar la historia arquitectónica de la ciudad a los fines lucrativos de agentes privados.

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