Salud en positivo

Médica disidente

A mis 40 años, en octubre de 2020, renuncié a mi puesto de trabajo y a mi profesión como médica de atención primaria. Mi contrato, aunque se preveía de larga duración, seguía siendo de sustituta, pero era, de lejos, el mejor contrato que había tenido desde que finalicé mi formación.

Cuando comencé a comunicar mi decisión a familiares, amistades y colegas profesionales, presencié muchas reacciones, de las que la sorpresa fue, con mucho, la predominante. Porque, ¿quién en su sano juicio abandona la medicina, tras tantos años de formación y esfuerzo?

Pues, probablemente, porque por primera vez en muchos, muchos años, me hice las preguntas adecuadas:

¿Me aporta felicidad este trabajo?
¿Estoy satisfecha con lo que hago?
¿Siento que tengo posibilidades de crecer y desarrollarme profesionalmente?
¿Puedo imaginarme trabajando de otra cosa?

A partir de aquí, se generó un diálogo interno que fue abriéndome los ojos y desmontando poco a poco mi ideal sobre cómo ejercer la medicina.

El oficio de médico es como jugar al ajedrez, se deben conocer y aprender a dominar los movimientos de cada una de las piezas y las múltiples estrategias posibles; pero además, se requiere desarrollar una visión global que permita realizar en cada momento la jugada más precisa.

A mi modo de ver, los peones serían la clínica del día a día, los conocimientos básicos e imprescindibles de la atención primaria, que permiten desempeñar la parte asistencial más cotidiana. Las torres, situadas en la retaguardia, representarían la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, labores de gran valor y poco reconocimiento. Los caballos, con su particular movimiento, podrían ser la medicina comunitaria, capaz de saltar obstáculos que el resto de piezas no pueden. La petición de pruebas complementarias e interconsultas, por su semejanza con los peones, pero de mayor alcance, vendrían siendo los alfiles. Y llegamos a la realeza, donde la reina de la atención primaria es indudablemente la escucha activa y la empatía, que por su versatilidad nos abre el camino hacia la parte más intuitiva e incluso creativa de la medicina. Por contra, el rey, tan limitado, frágil, casi inútil se podría decir, sería la burocracia, que pese a todo, acaba condicionando el movimiento de todas las piezas, sacrificando algunas de ellas cuando es necesario, con el fin de dominar el juego.

A lo largo de mi formación he ido adquiriendo todas estas piezas (conocimientos, habilidades, recursos), evidentemente con diferente nivel de desarrollo, pues en la medicina una nunca deja de estudiar, y por tanto de aprender.

Lo que me sucedió cuando salí al mundo laboral es que empecé a darme cuenta de que no podía hacer uso de todas las piezas. El inicio de la partida se caracterizó por un cúmulo de contratos temporales de corta duración que hacen de la medicina comunitaria una quimera, así que dejé a los caballos fuera por imposición de las circunstancias. Por motivos similares, la promoción de la salud y prevención de la enfermedad ocupaban un lugar casi anecdótico en mi práctica diaria, pudiendo mover las torres tan solo en momentos muy concretos y excesivamente protocolizados. Este mismo mal, también afectaba con frecuencia a las interconsultas y pruebas complementarias, limitando continuamente el flujo de los alfiles. Detrás de estos movimientos encorsetados me topaba una y otra vez con el rey del juego, la burocracia, que enlentecía, cuando no entorpecía, el buen desarrollo de la ars medica. Pero "¡Aún tengo la reina!", solía pensar con mi ingenuo idealismo, ya que una vez más el rey podría sus límites, "Bien, escucha y empatiza todo lo que quieras... en los cinco minutos que tienes por paciente". Así que, básicamente me quedaban los peones, discretos y contados movimientos de las torres, dos oprimidos alfiles, y cinco minutos de reina. Llegada a este punto, sentía que, más que hacer mi trabajo, sobrevivía a él, como en una de esas eternas partidas en las que en cada movimiento te hacen jaque, y aún así sigues sin querer ver el final del juego. Tal como yo lo viví, solo tenía una opción digna: inclinar el rey y abandonar la partida.

Hoy, nueve meses después de disidir como médica, entiendo que fui formada para trabajar en un sistema de salud que aún no existe. Las piezas adquiridas las mantengo en mi caja para cuando el tablero sea el adecuado para un juego justo.

Firma del Post:

      • Bea Vil. Médica de familia y de la comunidad.

Forman el Foro Ágora Salud:

      • Carmen Montón es embajadora observadora permanente ante la Organización de los Estados Americanos y ha sido Ministra de Sanidad, consumo y bienestar social y Consellera de Sanidad.
      • Ricardo Campos. Médico Oftalmólogo. Ha sido Secretario General del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y subsecretario autonómico de sanidad.
      • Rafael Sotoca. Médico de familia y activista sanitario. Fue director general de asistencia sanitaria de la Comunidad Valenciana.
      • Begoña Frades García. Psiquiatra y jefa del área de salud mental del Hospital Pare Jofre. Ha sido coordinadora autonómica de salud mental.
      • José Antonio López Cócera es enfermero especialista en salud mental y miembro de la comisión nacional de la especialidad.
      • Isabel González. Médica radióloga. Fue jefa de servicio y profesora asociada de radiología en la Universidad Miguel Hernández de Elche así como Directora Gral. de la Alta Inspección y gerente de los departamentos de salud de San Juan de Alicante y La Ribera (Alzira)
      • Enrique Ortega. Médico especialista en enfermedades infecciosas y jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas, Emergentes e Importadas. Ha sido profesor asociado de de medicina de la Universidad de Valencia y Director Gerente del Departamento de Salud Hospital General de Valencia.
      • Antonia García Valls. Asesora coordinadora en la Vicepresidencia Cuarta, Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Ha sido diputada en el congreso de los diputados.
      • Pere Herrera de Pablo. Medico de familia y médico SAMU. Ha ejercido como director del Servicio Emergencias Sanitarias de la Comunitat Valenciana.
      • Roser Falip Barangué. Doctora en Medicina y especialista en medicina de familia y en análisis clínicos. Ha sido gerente del departamento de salud de Alcoy.

Ilustra el blog:

      • Verónica Montón Alegre. Artista interdisciplinar.

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