Corrígeme si me equivoco

Jane Austen. Muerta y desenterrada.

"Orgullo y prejuicio y zombies" ("Pride and prejudice and zombies", Quirk Books, 2009) es el título de la última novela del escritor norteamericano Seth Grahame-Smith. Se trata de una reescritura de "Orgullo y prejuicio", de Jane Austen, combinando los acontecimientos y tramas de la obra original con una invasión de zombies. Una novela de temática consecuente con el patrón cultural del siglo XXI, un monstruo devorador de la obra de cerebros muertos que regurgita remakes, reversiones y revisiones de clásicos y anónimos.

La curiosísima y "friqueante" singularidad de "Orgullo y prejuicio y zombies" la ha convertido rápidamente en un best-seller en los Estados Unidos y se habla de una posible adaptación al cine. Grahame-Smith, espoleado por el éxito y seguramente también por su editor armado con un cheque, ya se encuentra trabajando en una nueva novela, cuya temática, apunta la rumorología, podría ser "Abraham Lincoln: cazador de vampiros".

Más zombies. Para mí no es sólo un nuevo ejemplo de la revitalización de un género que me gusta, sino una nueva muestra de la encumbración del mito del zombie como la encarnación del terror definitivo del siglo XXI. El muerto viviente encarna a la perfección todos nuestros miedos. La sublimación de nuestra pulsión agresiva, de nuestro instinto caníbal, de nuestra voluntad autodestructiva y de nuestra natural tendencia al aborregamiento.

Pero, sobretodo, convertirse en zombie representa la disolución total de la identidad propia en la pulpa descerebrada de la masa social, la lobotomía en masa. La entrada definitiva en el club del pensamiento único. La pérdida del criterio y la individualidad. Y esa sí es la gran lucha diaria. La batalla se libra cada día a través de todas las armas comunicativas con que nos hemos dotado tecnológicamente: cada actualización de un blog, de un twitter, de un perfil de facebook, cada video colgado en youtube, cada conversación de chat es un intento desesperado de colocar una boya en el océano de pensamientos globales. El horror toma forma a través de la percepción de que el ruido general ahoga nuestra voz, nos inocula el virus zombificante del anonimato, y nos reduce a otro número en la masa renqueante de comedores de sesos. ¡Buen provecho!

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