Posibilidad de un nido

¿Por qué debería alguien apoyar a un rey?

El rey emérito Juan Carlos I, a bordo de un barco de regatas. /EFE
El rey emérito Juan Carlos I, a bordo de un barco de regatas. /EFE

Sé que la pregunta parece pequeña, simple, algo desamparada, y sin embargo es el lugar en el que acabo siempre cuando voy quitándole capas, ropajes, al asunto de la Casa Real española: ¿Por qué debería alguien apoyar la monarquía? ¿Por qué debería alguien defender al rey sin cobrar por hacerlo?

Prescindamos de las características tan españolas de nuestra jefatura de Estado. Olvidemos, por un momento, que procede del designio de un dictador y perpetúa su régimen criminal en el tiempo. Olvidemos incluso todo lo robado por Juan Carlos I, los detalles de su campechana vida. Y una vez hecho, preguntémonos de nuevo: ¿qué recibe un ciudadano, una ciudadana, de un rey?

Un rey es un jefe, eso está claro. En este caso nada menos que el jefe de un Estado y de todos sus ejércitos, ahí es nada. Se podría llegar a resumir que todo jefe lo es por méritos o por fuerza, y en algunos casos, pongamos las empresas familiares, por herencia. En este último caso hay que admitir que al menos paga a sus trabajadores, o sea que algo aporta. Sin embargo, ¿qué aporta un rey? ¿Qué méritos presenta? ¿Qué proporciona, qué gestiona, qué produce?

Hay quien argumenta que el rey "representa". En tal caso, ¿a quién representa y, sobre todo, para qué?

Se habla, a colación de las últimas decisiones de la Fiscalía para que se le investigue, de la "contribución a la riqueza española" del rey emérito por haber conseguido la construcción del AVE a La Meca para la empresa OHL, de Juan Miguel Villar Mir (Miembro, oh, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, entre otras). De hecho, se ha usado a menudo este ejemplo para explicar cómo el rey emérito conseguía dinero "para España". ¿Para qué España? Sencillamente para la España Villarmiresca, o sea para un señor procedente de los altos mandos del franquismo de quien Juan Carlos I recibió, presuntamente, una mordida que ronda los 100 millones de dólares (o vaya usted a saber cuánto). Él, a cambio, le otorgó el título nobiliario de Marqués de Villar Mir. No sé quién osaría asegurar que dichos tejemanejes supusieron riqueza alguna "para España".

Se podrían ir desgajando una a una todas sus "representaciones", pero el hecho de que quienes le defienden se aferren precisamente a esta da una idea de cómo deben de ser las demás.

La idea de representar a un país, así sin más, sin mangonear ni nada, se le suele dejar a una bandera, que ya es pena pero a cambio no cobra. Y si no representa ¿qué hace un rey? Porque gobernar, no gobierna. ¿Trabaja? Si es así, ¿en qué trabaja? ¿Cuándo trabaja? ¿Cuáles son los frutos de ese trabajo? A tenor de las anuales fotografías vacacionales en Mallorca y los esparcimientos marineros y de esquí, se podría colegir que un rey necesita descansar. Sin embargo, resulta significativo que la ciudadanía reciba puntualmente las imágenes de sus "merecidos" descansos, pero no de sus trabajos, en caso de haberlos.

Hay personas que apoyan a un presidente del Gobierno o a otro, a un partido político o a otro. Hacen bien, están optando por una forma u otra de administrar la riqueza de un país, la riqueza que producen sus trabajadores y trabajadoras, dicho sea de paso. Y la base de ese apoyo es que a tal o cual partido, a tal o cual presidente, se le puede otorgar el poder de la misma manera que se le puede retirar. En función de su trabajo, sea bueno, malo o regular. Pero al rey, no. El rey está siempre, y quizás ahí resida la razón por la que no trabaja, y viceversa. No trabaja porque siempre está y estará ahí, y siempre está ahí porque no trabaja.

Lo anterior, qué duda cabe, no solo beneficia al rey, sino que le aporta una riqueza, a él y a su familia en sentido amplio, no comparable a la de ningún otro representante político, sobre todo teniendo en cuenta que él no lo es. No es un representante político.

El rey está. Punto. Y por estar, se le paga dinero, mucho, a él y a su familia, dinero procedente del trabajo de los ciudadanos y las ciudadanas, de sus impuestos, de la parte de su esfuerzo que dedican al bien común.

Esto, insisto, es muy lucrativo, muy provechoso para el rey. Pero ¿para quién más, además de los cuatro villarmires de turno? Hay varios millones de españoles y españolas que apoyan al rey, que lo defienden. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué lo hacen si no es a cambio de dinero?

Sí, la pregunta es pequeña, simple, algo desamparada, pero es el esqueleto que se me queda en las manos cuando intento entender la idiotez.

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