Posibilidad de un nido

Otra agresión machista de un juez

El juzgado de instrucción número 40 de Madrid ha decidido que espiar a la víctima de "la Manada" de Sanfermines no es delito. Su titular es el juez llamado Enrique de la Hoz García. Nombrar resulta imprescindible.

Este señor entiende que es lícito espiar a una joven y grabar su intimidad después de que cinco hombres la violen en un portal, la penetren vaginal, anal y oralmente en varias ocasiones, que filmen, celebren y difundan tal atrocidad.

Todo apesta en este caso. Pero lo que emana del juez Enrique de la Hoz García no es solo la impunidad, sino un clamoroso acto de violencia machista. Suyo. El tipo afirma que se "recabaron datos e imágenes de la denunciante en lugares públicos al objeto de incluirlos en un informe aportado a un procedimiento penal".

Hablo con una abogada. Me asegura que "si lo recurren, lo ganan". Probablemente. Sin embargo, este juez ha perpetrado una nueva agresión contra aquella muchacha. Y ya he perdido la cuenta de cuántas lleva.

Imagina que te violan cinco criminales sádicos.

Después tienes que narrar el horror una y otra vez ante hombres y mujeres a los que no conoces en lugares helados como comisarías y juzgados.

Después llegan los médicos y te conviertes en una enferma.

Después varias personas, consideradas "un tribunal" y que la sociedad respeta como garantes de la Justicia, pueden observar cuantas veces crean necesario las distintas formas en las que tu cuerpo es violentado, ultrajado, ver tu cuerpo desnudo, tus genitales, tu ano penetrado.

Después esas mismas personas, consideradas "un tribunal" y que la sociedad respeta como garantes de la Justicia, deciden, tras contemplar tu violación, que en lo visto no aprecian violencia ni intimidación.

Después se hace público que una de esas personas considerada garante de la Justicia, un hombre llamado Ricardo Javier González González (nombrar resulta imprescindible), deja por escrito que lo que viviste era una juerga sexual, y se hace público.

Después el abogado de esa panda de delincuentes palurdos, yo los maldigo, se convierte en una estrella de la televisión.

Después ellos, malditos sean, se dedican a pasear palmito de casa al juzgado y del juzgado a casa.

Después contratan a una detective para demostrar que llevas "una vida normal".

Después acosan a tu familia.

Después te tienes que marchar del país.

Después un juez recibe el informe de las detectives que te han espiado y, tras contemplar escenas robadas de tu vida privada, decide que el hecho de que graben a la víctima de una violación múltiple y a su familia entra dentro de lo normal.

Después no en qué te conviertes, pero sí sé en qué me habría convertido yo.

Teresa Hermida, abogada de la víctima: "se plasman diversas imágenes captadas de la denunciante con sus amigos y familia en las instalaciones de la piscina privada de la comunidad donde reside, pudiéndose identificar a sus familiares, en concreto a los padres de la denunciante, aparte de a los amigos de la víctima".

Es lo que tienen las imágenes.

Y los idiotas.

Y los jueces maltratadores.

Los actos constan. No se pueden negar porque están registrados. Sin embargo, no me borro de la memoria que el juez llamado Ricardo Javier González González (nombrar resulta imprescindible) no solo no apreció violencia ni intimidación, sino que observó en aquella salvajada "un ambiente de jolgorio". Sigo preguntándome qué actos sexuales practica este agresor para que una violación múltiple le parezca una fiesta.

Ahora, el juez llamado Enrique de la Hoz García (nombrar resulta imprescindible), titular del juzgado de instrucción número 40 de Madrid archiva la denuncia por el espionaje. Su acto constituye una nueva agresión machista. Del juez. Del Poder Judicial. De esta sociedad.

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