Posibilidad de un nido

Venga, valiente, échese usted al mar

El líder de Vox, Santiago Abascal, atiende a los medios en Ceuta.- EFE
El líder de Vox, Santiago Abascal, atiende a los medios en Ceuta.- EFE

Veinte niños son veinte cachos de futuro palpitante, serán hombres, pero no podrían parecerse a usted, Santiago Abascal, que ha ido a Ceuta con la intención de pintarlos de criminales con la brocha de su ignorante crueldad. No podrían parecerse a usted porque ellos son valientes. Y porque dudo mucho de que, en algún momento de sus vidas, lleguen a donde lleguen, hagan el ridículo que usted protagonizó este martes con esta frase: "No están llegando refugiados que huyen de una tiranía, están entrando soldados obedeciendo a su gobierno, el marroquí, que ha ordenado la invasión". Con lo de "la invasión" una podría descoserse de risa si no resultara siniestro.

Qué sabrá, usted, Abascal. Veinte niños (pongamos los veinte que le tocan a una Comunidad autónoma) que han cruzado kilómetros de mar helado a brazadas son veinte leyendas vivas y sus historias, cada una de ellas, la gesta semilla para una novela de aventuras que usted jamás leyó, en el caso de que aún tuviéramos memoria de lo que la aventura es.

Veinte niños a nado son el espejo de la decadencia que lo ha colocado a usted y a más de medio centenar de ultras en el Congreso de los diputados español. Son ese retrato que no osará mirar.

Usted, venga, sí, usted, Abascal, échese al mar helado y nade. Venga, recuerde su adolescencia y su juventud, deje las discotecas de cubata en mano, pitillo y mocasín que siembran su España cruel y satisfecha, y nade. Láncese al océano, o trepe una valla coronada de cuchillas sabiendo que se tajará las manos. Deje atrás a su familia, su tierra, todo lo que conoce. Sepa nadar.

Ah, sus "invasores", Abascal, sus "invasores" suceden a aquellos que pueblan aquellas acciones colectivas de las que se hablaba, cuyas narraciones marcaban con muescas los puntos en el mapa del tiempo.

Porque no importa para qué lo hacen. Veinte niños. El "paraqué" es una invención de restaurante donde se rebaña la cabeza de los carabineros con cucharilla de alpaca. Me repugnan también las narraciones sobre pobres negritos, sus temblores, un bebé. No importa el "paraqué" sino qué hacen. Pero lo suyo, Abascal, ojalá lo suyo permanezca en la memoria para risa y espanto de quienes nos sucederán. Ningún hombre se echa al mar jugándose la vida para robar algo, para violar, para enfrentar un ejército escupiendo bolas de goma, eufemismo grotesco.

En serio, venga, ultravisitante de territorios donde ser ofensa y sembrar odio verde y construir el relato de los palos, mírese bien. Pruebe a lanzarse al mar y nadar, y tragar agua salada, agotarse, sentir cómo los músculos se agarrotan hasta no responder, gemir de dolor, contemplar a quienes de entre los suyos mueren braceando.

Qué sabrá, que sabrá usted de La Isla del Tesoro, usted, ustedes, ultras que apenas han llegado a ser la novia para siete hermanos.

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