¿Cómo lo llamamos cuando un grupo consigue con violencia derrocar a un Gobierno legítimo?
Llevamos ya un tiempo demasiado largo repitiendo como idiotas que "Es el día con el precio de la luz más caro de la Historia". Todo hace demasiado tiempo que lo repetimos como idiotas, pero este asunto de las Eléctricas no es una bobada más. Se trata del ataque a un Gobierno democráticamente elegido por parte del oligopolio que maneja la vida del país. Un oligopolio, dicho sea de paso, que viene de la dictadura y ahí ha permanecido sin que nadie le chiste, ni derechas ni izquierdas ni nacionalismos. Bien al contrario, han dejado que vayan engordando hasta el punto de que su poder es superior al poder de aquellos elegidos en las urnas. Hasta ahora. Y por eso saltan. ¿Y cómo saltan? Amenazando al Gobierno y a todo un país con cortar los suministros.
Las Eléctricas han saltado porque tienen miedo. Tienen miedo porque se dan cuenta de que quizás su omnipotencia no era tan "omni". Se dan cuenta de ello porque por primera vez en esta democracia un Gobierno se ha atrevido a tomar medidas contra su voracidad y usura. Y aquí llegamos al meollo de todo este feo asunto: la subida del precio de la luz, fuera de todo control, se ha convertido en un arma contra el Gobierno de coalición. No es nada nuevo. Antes del golpe de Estado de Pinochet, las grandes compañías, con la inestimable ayuda de algunas potencias extranjeras, estrangularon la economía del país gobernado por Salvador Allende.
Parece bastante fácil, pero quizás ahora no lo será tanto. Las Eléctricas empezaron hace un tiempo, sobre todo desde la pandemia, a subir el precio de la luz. Eso lo sabemos todos porque los medios de comunicación se encargan de suministrarnos dos cifras cada día: la incidencia de la covid-19 y "el precio de la luz más caro de la Historia". Pero ese precio de la luz no sube por razones achacables a ningún factor externo definido, sino porque sí. O sea, que las compañías eléctricas deciden hacerlo. Deciden hacerlo y lo hacen.
Con ello consiguen empobrecer y alarmar a la población con menos recursos, que en este momento en España es la gran mayoría de la población. Pero sobre todo consiguen ahogar a las pequeñas y medianas empresas, que en España son prácticamente todas. Y cunde la sensación de desastre económico y fracaso político y desamparo institucional. Es la tormenta perfecta tras una pandemia que ha dejado la economía familiar y empresarial en los huesos. Es decir, las Eléctricas intervienen para quebrar España y llevarse por delante un Gobierno de izquierdas que por primera vez decide poner en práctica unas medidas sociales y económicas, timidísimas pero contundentes, dirigidas a mejorar la vida de la clase trabajadora.
El resultado será un Gobierno de derecha extrema en coalición con la extrema derecha. Repito: ¿Cómo lo llamamos cuando un grupo consigue con violencia derrocar a un Gobierno?
Ah, pero este movimiento, que podría haber ocurrido como todos los atropellos ocurren en este país, sin respuesta, necesita esta vez dar un golpe de violencia evidente. El proceso ya era de por sí violento, qué duda cabe, sumir a la población en la pobreza y hundir al pequeño empresariado es violencia. Pero lo que no esperaban es encontrarse una respuesta política. No lo esperaban porque nunca había sucedido, nadie había plantado cara al oligopolio energético surgido del franquismo, aquello que quedó (esto sí) "atado y bien atado". Así que cuando el Gobierno de coalición anuncia medidas restrictivas contra las Eléctricas, estas responden con una amenaza explícita: Van a parar las centrales nucleares. Ahí está el cambio y el desnudo. Las Eléctricas amenazan a un Gobierno democráticamente elegido y, con ello, a toda la población española. Es una declaración hostil, una amenaza del uso de la violencia contra un Gobierno legítimo. ¿Para qué? Para derrocarlo.
Pero el tigre no le tiene miedo al ratón. Porque no le puede hacer nada. El tigre que son las Eléctricas hace ese movimiento porque por primera vez tienen miedo. Después de décadas de gobiernos ratones, no se esperaban uno que pudiera amenazarles de verdad. La amenaza del oligopolio contra el Gobierno evidencia que se les podía poner bridas pero sencillamente no se ha hecho. Como no estaban preparados para algo que nunca había sucedido, su única arma es la declaración de guerra, y con ello queda en evidencia la violencia que el oligopolio energético ejerce y es capaz de ejercer contra el país.
Ahora ya tenemos dos frentes. Uno de ellos es un Gobierno legítimo elegido por la mayoría de la población. Otro es el que quiere derrocarlo con medios violentos. Veremos si esto se llama en un futuro El Golpe de las Eléctricas.
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