Posibilidad de un nido

¿Es que no ven que te estás matando?

La acgtriz Verónica Forqué, durante su participación en una de las pruebas del programa 'MasterChef Celebrity'.
La actriz Verónica Forqué, durante su participación en una de las pruebas del programa 'MasterChef Celebrity'.

Hace algunos años padecí un problema algo serio de salud mental. Recuerdo días sin horas, también el tiempo resbalando como una anguila por las callejuelas oscuras del barrio, ver el cuerpo del tiempo. Recuerdo el daño, mi daño, y el esfuerzo por simular que la vida era eso que se compone de trabajo, conversación, vestirse, comer, asearse, sonreír, ponerse en marcha. Y podía seguir haciendo todo eso porque el cuerpo tiene sus inercias y la edad permite teatros siniestros.

Sobre todas esas cosas recuerdo una pregunta que me repetía comiendo, trabajando, tomando una copa con los colegas, dándome una ducha o preparando la cena de los críos: ¿es que nadie ve que me estoy muriendo? ¿Es que no veis que me estoy matando?

Le ha dado vueltas a esa pregunta sin profundizar demasiado. Ya llegará el momento porque ahora hay asuntos que me ocupan la cabeza entera, asuntos perentorios, y responderla requiere mis fuerzas enteras. La he recordado con dolor agudísimo al enterarme de que Verónica Forqué se ha matado. Porque me ha venido a la cabeza su imagen en el concurso MasterChef Celebrity. Sobre todo cuando se despidió, pero muchas otras. Era evidente que Forqué tenía un problema, el que fuera, un problema de salud mental, pero allí no solo lo encontraban muy divertido, sino que la colocaron en el centro del show y con ello explotaron lo que la mujer sufría. Porque sufría, no había más que verlo. Sufría hasta el punto de decir "no puedo más".

Y se despidió. "Ya sabes lo que es esto, una trituradora humana", le dijo el periodista deportivo y concursante Juanma Castaño desde la pantalla. "Aquí nos trituran". Forqué se había ido por razones evidentes, pero aún la hicieron volver una vez más, volvieron a explotar aquel sufrimiento que tanta audiencia les daba, convirtieron en dinero su dolor indudable.

"Estoy regular. Necesito descansar", dijo a su vuelta en un gemido. "Me agoté. No doy más. Yo no soy de las de tirar la toalla, pero esta vez hay que decir 'no puedo más'". La escena ponía la piel de gallina. No había ficción ahí, no había espectáculo, sino una mujer rota en carne viva.

Aun así, el cocinero Pepe Rodríguez, jurado del concurso, volvió a insistirle en que si se iba perdería qué sé yo. "Pepe, es que no puedo más...". La imagen de la Forqué en ese disculparse roto escocía en el alma. Y Rodríguez todavía insistió más: "Me estás haciendo polvo, los sabes, ¿no?". Ella entonces le pidió perdón en inglés y añadió: "Hay que ser coherente y humilde y si no puedo más, no puedo más". Después, mirando a la cámara dijo: "Mi cuerpo y el universo me estaban diciendo 'necesitas parar'".

¿Es que nadie se daba cuenta de que se estaba muriendo? ¿Es que no veían que se estaba matando?

De la salud mental no se habla. Del suicidio tampoco. Una concursante puede retirarse por un cólico renal o una infección cualquiera, pero no por cuestiones de salud mental. Lo mismo pasa fuera de la pantalla. Aunque así sea, así tan evidente, no se dirá, ni se perdonará. Prueba a decir en tu trabajo, más si supone exposición pública, que padeces un trastorno bipolar o cualquier trastorno de la personalidad o depresivo. En el mejor de los casos, las personas a tu alrededor fingirán no darse cuenta, tratarán de olvidarlo en el preciso instante en que lo oyen. En el peor, pasarás a ser "la loca" para el resto de tu vida.

Entonces quizás un día, llevando una vida que parece "normal", te preguntarás: "¿Es que nadie ve que me estoy muriendo? ¿Es que no veis que me estoy matando?".

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