Posibilidad de un nido

Regresan los señoros del españolo masculino plural

En casa he aprendido, con mis hijos, que las cosas acaban calando por insistencia. La letra no entra con sangre, sino con paciencia y usándola. Por ejemplo, mi hija y mi hijo han aprendido a decir "detrás de ti" a base de que yo lo repitiera desde su más tierna infancia cada vez que oíamos un "detrás tuyo". (Escribo "mi hija y mi hijo" porque se me hace rarísimo escribir "mis hijos", como si la excluyera a ella). Lo mismo pasa con los verbos oír y escuchar. Nos sentamos a desayunar con la radio, o a ver un informativo, y el presentador o la presentadora le dice siempre a quien esté al otro lado de la línea: "No te escuchamos bien". Eso sucede tan habitual como lamentablemente en todas las cadenas y todos los programas. Entonces, yo digo en voz alta "pues escúchale, caray, escúchale... un poco de educación, por favor". Lo que quieren decir es que no les oyen bien, otra cosa sería que ni siquiera les escucharan.

Foto de Flavita Banana capturada de su cuenta de Instagram.
Foto de Flavita Banana capturada de su cuenta de Instagram.

Hasta tal punto cala lo anterior que ahora que ya son mayores, han llegado a tener algún problema escolar por culpa de este asunto. Un día, estando en clase, la profesora le dijo a un alumno "no se te escucha". A mi hija se le escapó en bajito un "no se te oye", repitiendo lo que me oye decir a mí desde siempre, y se llevó una buena bronca. Era la maestra de Lengua.

Pensé en ello cuando Xavier Trias, ganador de las elecciones municipales en Barcelona, salió por fin a celebrarlo:

"...y seré alcalde de Barcelona."

"Tindran un alcalde, si ells volen, que serà un alcalde que col.laborarà"... "Si ellos y ellas, si la gente quiere", dije en voz alta.
"Gràcies a tots, i escolteu"... "A todos y a todas", dije.

"Fer que aquesta ciutat sigui la ciutat de tots"..."La ciudad de todos y de todas, o la ciudad de todo el mundo, o de todas las personas", insistí ya cabreada.

El hecho de que yo pisara sus frases, que me incomodara seriamente esa forma de hablar solo en masculino del plural, da idea de hasta qué punto, y en tan poco tiempo, he asumido como propio el lenguaje no sexista. Además, esa necesidad de rectificar constantemente el masculino genérico me demuestra que ya supone, para mí, un error, una falta, un fallo, algo a corregir en voz alta y con contundencia. No querría que mi hija, mi hijo, de ser menores, oyeran a ese hombre, esa forma de hablar.

A la mañana siguiente, mi cabreo con Trias ya se había convertido en desaliento. Entonces vi una publicación de la viñetista e ilustradora Flavita Banana en Instagram. Decía lo siguiente: "Qué duro notar tan rápido los cambios, oír a Trías celebrar su victoria y hablar todo el rato SOLO en plural masculino". ¡No era yo la única! Pues claro que no. Se trataba de Barcelona, de la Barcelona de Ada Colau, se trataba de cómo el lenguaje modifica y evidencia intenciones, actos y pensamientos. Se trata de política y machismo.

Así que, como hasta las criaturas aprenden, el caso de Barcelona es muy sintomático. De haber ocurrido en Madrid, de ser Ayuso (imagino que así lo hizo, no la vi), no nos habría llamado la atención ni a Flavita ni a mí. Probablemente sí en el caso de tratarse de un ministro o una ministra socialistas, o del propio presidente del Gobierno, que respetan hace tiempo algo tan fácil y a la vez sustancial. El lenguaje no sexista es una de las herramientas más contundentes de la lucha contra la discriminación, el machismo y el odio contra las personas del colectivo LGTBI.

Así que hasta las criaturas saben que en el uso que Trías hace del masculino genérico media un acto de voluntad. No es inocente. Viene a ser un "¿Qué os habéis creído?" y una patada al feminismo. Patada evidente con puntera de metal.

Decía que es sintomático que suceda en Barcelona (y no, por ejemplo, en Madrid) porque demuestra que las políticas de la alcaldesa Colau en este sentido han surtido efecto, como lo han hecho las del ministerio de Igualdad en particular y el Gobierno de España en general. Desde dos puntos alejados del mapa y ante el mismo discurso, la historietista y yo tuvimos la misma reacción, exactamente, en el mismo momento. O sea, que el uso del lenguaje no sexista desde las instituciones, la insistencia en las políticas feministas, dan sus frutos.

Ahora vuelven a los ayuntamientos y las comunidades autónomas, y antes o después llegarán al Gobierno de España, los señoros que hablan españolo en masculino del plural y cada una de sus frases será una agresión contra nosotras, y también contra una sociedad mejor. Esa forma de hablar de Xavier Trias me (nos) resulta resulta violenta. Sí, me violenta ese hombre cuando vuelve a excluir a las mujeres en su discurso. Porque es machismo. Un machismo ejercido consciente, voluntariamente, y en el momento exacto en el que recupera el poder. Queda clara su postura desde el primer minuto. Y por desgracia, Trias es solo un ejemplo de los cientos de señoros que el domingo dieron el mismo paso.

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