Posibilidad de un nido

Quienes manejan la muerte sin conocer la vida

Quienes manejan la muerte sin conocer la vida
El presidente estadounidense Joe Biden asiste a una reunión con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mientras visita Israel en medio del conflicto en curso entre Israel y Hamás, en Tel Aviv, Israel, el 18 de octubre de 2023. REUTERS

Miro esta foto. A la izquierda, Joe Biden: traje oscuro preceptivo, uniforme de hombre rico, camisa blanca, corbata listada blanca y azul, zapatos negros de piel buena, un papel en las manos como un tarjetón de los que se usan en los platós para no olvidar el guion o un dato. Detrás de él, una gran bandera estadounidense. A la derecha, Benjamin Netanyahu: traje oscuro preceptivo, uniforme de hombre rico, camisa blanca con el botón del cuello abierto, sin corbata, zapatos negros de piel buena, manos entrelazadas. Detrás de él una gran bandera del Estado de Israel. Entre ambos "líderes mundiales", una mesa ridícula con una planta enana y dos réplicas de las grandes banderas en miniatura.

Los miro y no veo nada en ellos que tenga que ver conmigo ni con nadie, nada que tenga que ver con la vida de las personas, en absoluto; nada que tenga que ver con el miedo, con el hambre y la sed, con las heridas y las vendas, con las criaturas o los ancianos y ancianas.

Me pregunto a cuántos seres humanos han atendido esos hombres, cada uno de ellos, en asuntos de cuidados. Me pregunto si Netanyahu o Biden saben lo que es alimentar a un bebé, si se han parado a acompañar a una madre en el momento en el que amamanta, a atenderla. También me pregunto cuántos biberones han dado, cuántas papillas, si alguna vez se han ocupado de bañar a sus hijos, no el chapuzón en piscina, sino el baño diario, rutinario. ¿Cuántas veces les han limpiado el culo? ¿Cuántos vómitos de sus criaturas han fregado? ¿Cuántas veces se han quedado en casa porque estaban enfermos?


Pero me pregunto más. Más allá de lo anterior, ¿han cuidado alguna persona enferma, día y noche y sin auxilio? ¿Han cambiado pañales de persona adulta? ¿Se han encontrado sin pañal ni venda de los que echar mano en alguna ocasión? ¿Conocen la desesperación del botiquín vacío? ¿Han alimentado, limpiado gasas y heridas, acompañado en largas jornadas de convalecencia y agonía?

Y más, más me pregunto. ¿Han manejado el alimento esos dos hombres, alguno de ellos? Hablo del alimento cotidiano, adquirir lo que ingieres, buscarlo y obtenerlo, servirlo en la mesa. ¿Qué saben del pánico que atenaza los interiores cuando eres consciente de que esa patata es la última patata? ¿Cuantas veces han pasado hambre? ¿Cuántas veces han visto pasar hambre, frío o terror a sus familias, a sus pequeños y pequeñas, a sus mayores? Terror, frío, hambre y sed verdaderos. A eso me refiero.

Sentados ahí, con su uniforme de ser hombres, sus banderas de ser ricos y su aplomo de ser blancos —hombres blancos y ricos—, me pregunto qué cualidades tienen esos dos hombres para decidir sobre la vida de millones de seres humanos. Me pregunto, y no es literatura, qué saben hacer esos dos tipos, qué cosas útiles para la vida saben hacer más allá de manejar la muerte.

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