Siempre, de toda la vida de dios, ha habido quien se dedica a epatar enseñando el culo. Qué le vamos a hacer, carecen de mayores herramientas. La ventaja que ofrecen dichos sujetos, sujetas, es que, a la tercera, ese culo se ha quedado triste, está ya muy visto y la charlotada resulta aburrida, grotesca, incluso entre el público más entregado. O sea, que no dura. Enseñar el culo es un recurso que vale para la primera vez. Lo sabe hasta el payaso tonto.
Así le ha pasado a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Al principio, la mujer parecía la gamberrita del Partido Popular, la típica facha-rebelde, la descarada que deja a todo el mundo con la boca abierta porque "se atreve a decir lo que nadie dice", y ese tipo de cosas. Pero "lo que nadie dice" tiene un recorrido cortísimo. Son muy pocas cosas esas "que nadie dice", sobre todo en tiempos de redes sociales, donde el más pedorro tiene su pequeña claque para un eructillo. Y en el caso de Ayuso, alguien debería avisarle de que, si "nadie lo dice", por algo será.
Lo último de la presidenta aprovechando el 8M para reivindicar "el día del Hombre", porque "está discriminado", es un ejemplo de lo rápido que los cómicos pueden perder la gracia al tercer "caca, culo, pedo, pis". Llega ella, suelta su bobadita del día, y resulta que ya no genera ni aplausos de los suyos ni enojo en las contrarias. Puf, nada, un ligero aroma a descomposición y el mohín involuntario que nos produce la vergüenza ajena. Incluso los ataques de la extrema derecha más rancia contra el feminismo, cada vez más y mayores, resultan más elaborados que el eructillo de la que fue lideresa y va quedándose en la caravana de los payasetes corales. Los que enseñan el culo.
Todo esto no la hace menos fuerte políticamente. Tendrá sus votantes, tendrá sus apoyos, tendrá sus mayorías. Lo que sí demuestra es el corto recorrido de su paso por lo público. Corto en la medida en que no modifica nada. Quizás pegue un par de zarpazos a los derechos conseguidos, como ha hecho con el colectivo LGTBI+ al que pertenezco. Seguro que seguirá recortando aquí y allá en Sanidad, Educación, en lo social y que la idea de un espacio para la Igualdad no le cabe en la cabeza. Pero personajes como ella no dejan huella larga, porque para ello es necesario modificar a fondo, y para modificar profundamente se necesita talento. Sí, incluso el mal necesita talento. Poco a poco, Ayuso ha ido demostrando sus carencias a base de enseñar el culo. Madrid me despierta una tristeza de circo viejo.
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