Posibilidad de un nido

Permanecer en el Twitter moroso

El logo de Twitter en el exterior de su sede en San Francisco (California, EEUU). REUTERS/Stephen Lam
El logo de Twitter en el exterior de su sede en San Francisco (California, EEUU). REUTERS/Stephen Lam

Esta semana se ha publicado la lista de morosos con Hacienda y Twitter entra en los primeros lugares. La noticia no me sorprendió, pero esperaba que le siguiera otra al día siguiente. Algo así como "los usuarios españoles de Twitter empiezan a abandonar en masa la red social tras conocerse su deuda con Hacienda". Al menos quienes se declaran progresistas etcétera. No crean que miento. Juro que llegué a contemplar tal posibilidad, pero poquito. Más como una esperanza.

Se calcula que Twitter tiene actualmente en España algo más de 4 millones de "usuarios". En realidad, eso a lo que llaman "usuarios" serían algo así como trabajadores y trabajadoras de la red social. No los llamaremos trabajadores porque no cobran, y sin embargo, generan los contenidos de los que Twitter se nutre. Gratis. Alimentan la máquina gratis, lo que teniendo en cuenta que la máquina no funcionaría sin ellos y ellas, tiene guasa.

Pero Twitter no solo no paga a quienes llamaremos, por ejemplo, mano de obra cautiva. Tampoco paga sus cuentas con el Estado que atiende a dicha mano de obra, ni los servicios que deben recibir, ni nada de nada, un Estado donde obtiene pingües beneficios, término que utilizo porque la horquilla de sus ganancias es demasiado amplia como para elegir una cantidad.

Pero vamos a ceñirnos a las gentes progresistas. No me costa que una vez conocida la deuda de Twitter con la Hacienda española, es decir, con ellos y ellas, pero también con quienes ya no estamos ahí, no me consta que hayan abandonado el sitio. Hasta tal punto les han hecho creer que dicha empresa resulta imprescindible para su vida, su trabajo, etcétera. Twitter es una empresa privada, algo de lo que generalmente nos olvidamos, una empresa privada que empezó teniendo su utilidad y ha acabado convirtiéndose en una sentina de maltrato y vileza.

Pero más allá de lo anterior, Twitter nos roba. A todas y a todos. Y, en fin, cada una, cada uno sabrá con qué ladrón colabora.

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