Crónicas insumisas

Espionaje: mentiras, juegos y negocio

Tica Font
Directora del Instituto Catalán Internacional por la Paz y miembro del Centre Delàs d’Estudis per la Pau

Algunos jefes de gobierno europeos aparentan estar escandalizados por ser espiados por parte de la NSA norteamericana. Digo aparentan, porque dudo que les haya pillado desprevenidos, por dos razones, una de ellas es que forma parte de la vida misma de los partidos espiarse entre ellos y espiar a los oponentes del mismo partido, recordemos que Esperanza Aguirre fue acusada de utilizar la fuerza pública para espiar a miembros de su propio partido y en Catalunya el caso de Método3 en la que la espiada era, a sabiendas o no, Alicia Sanchez Camacho. La segunda razón para suponer que es una puesta en escena, obedece a que también sabemos que la información o materia espiada ha sido facilitada a los Estados Unidos por las propias agencias nacionales, es decir, que el CNI español pasó el contenido de los macro datos de 60 millones de llamadas telefónicas en un mes a la agencia norteamericana. Por tanto, las diversas agencias están colaborando entre sí en el espionaje. Espiar es una tarea institucional del Estado.

En el caso alemán podría ser que la razón de mostrar enfado se deba a que quiere ingresar en el club selecto de los supremos espiadores junto a Inglaterra y Estados Unidos. Merkel ofrece una imagen de preocupación por la vulneración de derechos que supone espiarla a ella y a millones de alemanes, pero la industria alemana de comunicación ha sido la más activa en paralizar la nueva ley de protección de datos que estaba elaborando la UE para el 2014.

Los que realmente tenemos que enfadarnos y protestar somos los ciudadanos. Desde los atentados de las torres gemelas, desde que George Bush declaró la guerra al terrorismo, de manera lenta pero sistemática los ciudadanos perdemos libertades y derechos como el derecho a la intimidad o la libre expresión, en aras de la seguridad. Se nos ha vendido que las medidas de seguridad como controles biométricos, o que los datos de los pasajeros de aviones estén disponibles durante cinco años, o rastreos de correos electrónico o de teléfono, etc. son por nuestro bien. Se nos hace pensar que el malo es otro, no soy yo, no eres tú, es ¿?, pero 60 millones de llamadas a móviles interceptadas en un mes no parece selectivo, parece indiscriminado, seguramente están probando tecnología de tratamiento de datos masivos, puede ser que sean unas prácticas de software.  Esas prácticas deberían indignarnos, ya que son un preludio de una sociedad vigilada y controlada.

La cuestión es ¿de qué tienen miedo? y ¿quién nos teme? ¿la democracia siente miedo de los ciudadanos?, los dictadores o autócratas sienten miedo de ser derribados por su población, los demócratas no tienen por qué sentirlo, pero es evidente que ciertos poderes tienen miedo de los ciudadanos y de  sus propuestas de cambio. Detrás de los espionajes masivos a ciudadanos se esconden intereses políticos y económicos.

El final de la guerra fría supuso una disminución en las ventas de armas, después de los atentados del 11S, las ventas subieron, pero el volumen de negocios no recuperó las cifras de la guerra fría, la industria militar necesita reestructurarse y abrirse a nuevos nichos de negocio. El 11S, los atentados de Londres y Madrid y la guerra contra el terrorismo han abierto un nuevo campo de negocio, el de la seguridad interior. Impulsados por gobiernos y por la propia UE, se han iniciado grandes proyectos para la creación de sistemas de gestión de información, de recopilación y tratamiento de la información. Todo este nuevo sector mueve miles de millones de euros anuales. Es un gran negocio, tanto en el sector público como privado.

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