Crónicas insumisas

La pacificación de Euskadi

Pere Ortega, Centro Delás de Estudios por la Paz
La sociedad vasca ha sufrido una violencia directa que ha infringido mucho dolor a la población. Por este motivo es adecuado calificar la actual situación que se vive en Euskadi como un proceso de pacificación. Un proceso de paz que lleva años gestándose y al que muchas personas y entidades ha dedicado muchos esfuerzos. Más de mil asesinatos en actos de terror practicados por grupos de diferente signo (ETA, GAL, Batallón Vasco Español...), exilio, torturas por parte de esos grupos y cuerpos del Estado, ha hecho que existan muchas heridas abiertas que hay que ir reparando. Hay que ser conscientes de que no es una tarea fácil y que hará falta dedicar muchos recursos institucionales y tiempo para reparar el dolor producido por la violencia.

Pero hoy, en Euskadi, se ha iniciado un camino que es irreversible, el fin de la violencia armada. Y no sólo porqué ETA haya decidido abandonar la lucha armada y dejar de practicar atentados y matar. Tampoco porque el Estado haya derrotado a ETA. Sino porque la inmensa mayoría de la sociedad vasca, instituciones y sociedad civil, incluida la izquierda abertzale, pedía el fin de la violencia. Y en este sentido ETA había sido derrotada por la sociedad y no le quedaba otra alternativa que abandonar las armas.

Es evidente que este proceso de pacificación será largo. Sin duda la disolución de ETA será un paso importante, pero tampoco definitivo. Una violencia que ha durado casi sesenta años y que ha generado tantas heridas no se cerrará cuando ETA entregue las armas y desaparezca, o cuando la dispersión de los presos termine y los exiliados retornen a Euskadi. Habrá que dedicar muchos esfuerzos en apaciguar el dolor y restablecer la confianza entre los actores que se han posicionado y enfrentado en cada uno de los bandos. Habrá que aprender a convivir entre víctimas y victimarios cuando éstos salgan de las cárceles y se reintegren en la sociedad. Serán necesarios muchos esfuerzos de muchos actores políticos y sociales para restablecer la confianza entre unos grupos que hasta hace poco eran irreconciliables.

En el marco de los conflictos violentos, cuando las armas dejan de disparar empieza el trabajo de restaurar la paz en la sociedad. Las denominadas tres R: resolución, reconstrucción y reconciliación. Políticas que se ha puesto en práctica en muchos de los conflictos recientes, recordemos por ejemplo los casos de Sudáfrica, Bosnia, Sierra Leona, Ruanda...Una tarea que pasa por reparar el daño causado a las víctimas de la violencia, ayudar a reconstruir la convivencia y sin duda la más difícil, ayudar a reconciliar a víctimas y victimarios.

Una tarea en la que harán falta muchos recursos institucionales para llevar a cabo una justicia transicional y restaurativa en la que también tendrá que participar la sociedad civil. Una tarea de pacificación a la que tendría que sumarse el Gobierno central del PP y que desgraciadamente no solo no hace, sino que entorpece las iniciativas surgidas desde Euskadi.

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