Cuarto y mitad

Datos desagregados por sexo, no por género

La pandemia que estamos viviendo ha demostrado que afecta de manera diferenciada a los hombres y a las mujeres. Por ejemplo, el total de personal sanitario contagiado por el covid-19 en España son casi 60.000 personas a fecha septiembre 2020, de las cuales el 76% son mujeres y el 24% son hombres, según datos del Ministerio de Sanidad. La ONU coincide a nivel mundial en estos mismos porcentajes, y ello es debido a que la primera línea de la atención sanitaria está ocupada por mujeres, tanto en los hospitales y centros de salud como en otros centros sociosanitarios (residencias y otros). De la misma manera se sabe que por cada 3 hombres que aparecen en los medios para hablar de Covid-19, solo una es mujer. Es decir, a la hora de recabar información se invierte el porcentaje de hombres y mujeres en el sector sanitario.

Pero también afecta de forma diferente a hombres y mujeres en temas de violencia: durante el confinamiento en Francia, Canadá, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos o Argentina la petición de ayuda por casos de violencia en el hogar se incrementó entre el 25% y el 33%% respecto a años anteriores; en España concretamente las peticiones de asistencia por violencia de género sumaron 29.700 durante el estado de alarma un 57% más que el año anterior, y también aumentaron las llamadas al 016 en un 41,4%.

Pero esto lo podemos saber y constatar solo si tenemos datos desagregados por sexo. Si estos datos desaparecieran o no se registraran ¿Cómo podríamos saber si se produce o no desigualdad? ¿Cómo podríamos atajarla? ¿Cómo podríamos siquiera hablar de ella? Cuando algunos colectivos, asociaciones, instituciones o incluso gobiernos (como el de Argentina, que propone suprimir el registro del sexo en los documentos oficiales) cuestionan la materialidad del sexo biológico y lo sustituyen por el género sentido ¿son conscientes de las consecuencias que podría tener no disponer de este tipo de información?

Cuando se minimiza o incluso se elimina la referencia al sexo biológico, y se sustituye automáticamente por el concepto de género, como está ocurriendo actualmente, ¿cómo se supone que se puede dar cuenta de la realidad social? ¿De qué forma contabilizaremos a los individuos? ¿O es que se piensa que no hará falta contabilizarlos de ninguna manera? ¿Cómo se podría llevar un registro solo atendiendo al género de las personas, que es el producto de la socialización y cristaliza en múltiples maneras de expresarlo? ¿Cómo haríamos por ejemplo una pirámide de la población? ¿Cuántos géneros diferentes habría que contabilizar?

Cuando se propone sustituir un dato objetivo por uno subjetivo hay que pensar  en el impacto que esto tendría en la organización práctica de la sociedad. Además de gritar en las redes sociales, de hacer afirmaciones contundentes que parece que no admiten réplica o vilipendiar a quienes consideran necesario defender la materialidad del sexo biológico como rasgo definitorio de la especie humana, es necesario aportar argumentos y respuestas sobre cómo abordar los problemas sociales si se prescinde de un dato fundamental. O es que quizá piensan que eliminando la noción de sexo se va a eliminar la desigualdad.

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