Cuarto y mitad

La Ley Trans es un despropósito

"La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero", afirma Juan de Mairena por boca de Antonio Machado. La Ley trans es un despropósito porque tal y como está planteada va a provocar más problemas de los que va a resolver. Y es un despropósito porque legaliza sentimientos, y los derechos son intrínsecos a las personas, no circunstanciales.

Y va a crear más problemas de los que va a resolver no porque facilite, muy justamente, a las personas trans el cambio registral del sexo, sino porque convierte potencialmente a cualquiera en trans, lo sea o no. Literalmente, liberaliza y universaliza la posibilidad de cambiar de sexo en el Registro Civil no solo para las personas trans reales (que afirmo y repito, por si no me expreso bien y se me malinterpreta, me parece correcto) sino porque deja al libre albedrío de cada cual la posibilidad de cambiar de sexo sin más requisito probatorio que su voluntad.

El proyecto de Ley Trans, que ahora está en fase de consulta publica, dice cuando se refiere al derecho de autodeterminación (de sexo, se entiende): "El ejercicio de este derecho en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico alguno, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole, sin perjuicio del derecho de las personas trans a hacer uso de tales medios" (Art. 7.4).

Pongamos un ejemplo: Imaginemos que se prepara una ley para resolver los derechos de las personas con diversidad funcional (antes discapacidad, por si no se entiende).  En lugar de establecer los mecanismos, requisitos y condiciones que ha de reunir la persona para que se le reconozca su diversidad funcional, la ley propone que cualquier persona, con la mera expresión de su deseo sea reconocida parte del colectivo. ¿A quién estará beneficiando la ley? ¿A las personas que realmente padecen una discapacidad o a todos aquellos que, con mala o buena fe, quieran aprovecharse de la situación?

Ya he leído argumentos recurrentes como: pero es que la discapacidad es un dato objetivo. ¿Y el sexo no? O ¿pero quien se va a cambiar de sexo por capricho? Si la ley lo permite y hay momentos en que un cambio de sexo puede favorecer a alguien ¿por qué no va a poder recurrir a ello si no es más que un simple formalismo? (pienso en el deporte, en la comisión de delitos, en usar espacios restringidos, en formar parte de cuotas, etc.).

¿Para algunas cosas hacemos caso de los datos objetivos, pero para otras basta con el sentimiento? Wittgenstein afirma: "Un proceso interno necesita criterios externos" (Pensamiento 580 de Investigaciones filosóficas). Los sentimientos son muy respetables, pero no pueden ser tomados como criterios públicos de actuación, y mucho menos legislar en base a ellos.

Convertir a toda la población en potenciales personas trans no solo no mejorará la situación de rechazo al propio sexo y/o género, sino que banaliza y trivializa la experiencia real. Por si eso no fuese suficiente, difumina el concepto de lo que es ser hombre o mujer, pues sexo y apariencia no tienen por qué concordar, lo cual introducirá una distorsión en las estadísticas oficiales, amén de otros muchos problemas que países que han aprobado leyes parecidas ya están experimentando.

Si no se ve el alcance del disparate es mejor que se acuda al oftalmólogo, porque ciertamente se padece un grave problema ocular.

Más Noticias