Cuarto y mitad

Feministas donde haga falta

Como hoy día todos los partidos, grupos, asociaciones, sindicatos, universidades, organismos, instituciones, entidades y comunidades de vecinos se declaran feministas, hemos perdido de vista exactamente qué es lo que defienden. En medio de este maremágnum de defensores acérrimos del feminismo muchas feministas desconocemos exactamente cual es la agenda que se está impulsando y qué tiene que ver con las mujeres.

Hace unos días me quedé atónita cuando Pere Aragonés, de ERC, se refirió en su fallido discurso de investidura a las personas que menstrúan y a la pobreza menstrual, y no supe si interpretar como feminista este alegato enfervorizado sobre el "respeto a la diversidad de cuerpos" o, por el contrario, es que evitó pronunciar la hoy tan ofensiva palabra mujer.

También he leído que Mónica Oltra, diputada por Compromís,  dice que sería mucho más transformador si en el deporte desapareciera la división por sexos, que eso ya está muy anticuado, y que es mucho más moderno que hombres y mujeres compitan según sus características físicas individuales, por razón de talla, peso, edad, etc. Eso sí que sería verdadera igualdad. Tampoco supe identificar si eso entraba dentro del concepto de feminismo o si por el contrario abogaba por la desaparición del deporte femenino.

En definitiva, los mensajes que leo y recibo son tan contradictorios y hacen interpretaciones tan diferentes de lo que se supone que es feminismo, que me parece una idea estupenda que haya surgido un grupo de mujeres que se ha planteado concurrir a las próximas elecciones generales bajo el rótulo de Feministas al Congreso. Creo que es una magnífica noticia porque pese a todas estas soflamas que nos llegan por tierra mar y aire sobre lo muy necesario que es conseguir una sociedad feminista, no veo yo mucho esfuerzo por implementar políticas que vayan en esta dirección.

Si por feminismo se entiende difuminar en un maremágnum de identidades lo que es ser mujer y evitar pronunciar esta palabra incluyendo en ella a todo aquel que se autodefina como tal;  si por feminismo entendemos fomentar en las criaturas el malestar con sus cuerpos para que los adecuen a su género sentido a base de convertirlos en pacientes de por vida; si por feminismo se entiende defender la prostitución o dignificar el trabajo sexual sin mover un dedo para acabar con esta práctica bárbara; si se entiende que feminismo es regularizar la explotación reproductiva de las mujeres pobres para que sirvan de incubadoras para satisfacer los deseos de parejas que pueden pagar por un bebé; si llamamos feminismo a humillar, vejar, torturar y escarnecer a las mujeres en la pornografía para entretenimiento de los voyeurs; si el feminismo consiste en salir en pelota en vídeos y productos audiovisuales y venderlo como empoderamiento sexual. Si por feminismo consiste en defender todo esto y otras iniciativas y prácticas que perjudican a la mitad de la humanidad, creo que es urgente que se acceda al Congreso, a los Parlamentos Autonómicos, al Parlamento Europeo, a la ONU y al Vaticano si hace falta para que se diga alto y fuerte: Eso no es feminismo. Y no porque lo diga yo, sino porque contradice la trayectoria de un movimiento que tiene más de 300 años de historia.

Así que nada me satisfaría más que ver articulada una propuesta auténticamente feminista en el Congreso. Con una agenda propia y no sobrevenida para quedar bien. Con los temas fundamentales que hace falta abordar, que son muchos y muy acuciantes. Una voz que defendiera los derechos de más del 50% de la población que hoy día parece que tenga que ir pidiendo perdón por ser mujeres, que es, ni más ni menos, la razón de la  subordinación y la desigualdad estructural consustancial al sistema patriarcal.

Somos muchas, estamos muy cabreadas y hartas de que todo el mundo se quiera poner la medalla de feminista cuando sus políticas, sus propuestas y sus acciones van en dirección contraria.  Feministas al Congreso y donde haga falta, ojalá.

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