Culturas

Vondelpark

YO TAMPOCO ENTIENDO NADA// CAMILO JOSÉ CELA CONDE 

Vondelpark es el nombre del parque más famoso y concurrido de Amsterdam, el que está situado muy cerca del barrio de Leidseplein y queda a un tiro de piedra del museo de Van Gogh. Por lo que se acostumbra a hacer allí, equivale más al Hyde Park londinense que al Retiro madrileño. Pero pronto carecerá de parangón alguno entre los alivios verdes de las ciudades de Europa.

Haga el amor
Yendo en avión he leído, en una de esas revistas que dan para alejar a los pasajeros de los pensamientos más lúgubres, una noticia digna de reflexión. La ley autorizará en breve a los ciudadanos holandeses a hacer el amor, de día y al aire libre, en el Vondelpark. Como no he consultado el texto normativo, desconozco si los residentes y turistas tendrán también tal derecho aunque imagino que sí, porque no es cosa de mandar a la policía a inmiscuirse en tales momentos en demanda de pasaporte y visado. De tal suerte, Holanda va a sentar un precedente de enorme peso por lo que hace a la pudibundez de doble moral, a esas prácticas que llevan a la comisaría a una pareja si va más allá de besarse en  público pero permiten llenar las páginas de los diarios de reclamos de burdeles, por ilegal que sea la prostitución.

Perros, no
El talante liberal de los Países Bajos queda, no obstante, en entredicho porque en el Vondelpark seguirá estando prohibido el llevar perros sueltos, sean cuales fueren su comportamiento y grado de educación. Haga el amor y sujete a la perra es una traducción postmoderna bien adecuada de lo que, en la época de las flores, suponía un mantra contra el conflicto del Vietnam.

Sensibilidades diversas
Imagino que se trata de una cuestión de sensibilidades, de calibrar qué les molesta más a los ciudadanos en un parque, el que una pareja esté dedicándose a aquello que la selección natural construyó para que las parejas existan, o que haya un perro libre olisqueando y marcando el territorio. La paradoja se plantea sólo en Holanda, claro es, pero se me ocurre un experimento mental interesante: ¿qué sucedería si la coyunda pública llega hasta nuestras Cortes como proyecto de ley? A juzgar por los aullidos de quienes se enrabietan con la educación para la ciudadanía, supongo que las radios y los periódicos —según qué radios y según qué periódicos— iban a llamar no ya a la guerra santa, actividad a la que están convocadas las personas de piadosas costumbres desde hace cinco años, sino al apocalipsis mismo venido de la mano, esta vez, de Satanás.

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