Culturas

Encantado de que lo interrumpan

HORÓSCOPO CHINO// JULIO VILLANUEVA CHANG 

A Italo Calvino no le gustaba escribir siempre en el mismo lugar, pero cuando escribía le encantaba que le interrumpieran. Dos extrañas costumbres para un intelectual introvertido, en una tradición de escritores que se jactan de la disciplina y la soledad del encierro. Sin proponérselo, parecía oponerse a una de las máximas que Pascal lanzó en el siglo XVII: "La infelicidad de los hombres proviene de una sola cosa: no saber estar inactivos en una habitación". Con esta sentencia, el filósofo y matemático que descubrió los secretos del triángulo y pensó en fórmulas sobre la creencia de Dios, parecería ahora un propagandista del budismo zen y la pereza en tiempos de extrema movilidad digital. El filósofo que inventó la primera máquina calculadora podría incluso parecer el precursor de un acto de resistencia que hoy la IBM promueve en sus oficinas: que sus empleados se desconecten por un día del resto del mundo. Cada viernes, tienen licencia para no hacer reuniones ni contestar e-mails y llamadas telefónicas. Algunas empresas lo llaman "espacio en blanco": se trata de abolir esas prótesis electrónicas que han revolucionado nuestro modo de pensar y trabajar. Es una batalla simbólica contra la adicción a ese lado oscuro de la tecnología que debilita la concentración. Una habitación liberada de interrupciones es como un tributo post industrial a Pascal.

Cuando a Newton le interrumpió la caída de una manzana y descubrió la ley de la gravedad se debió más a su paciente atención que a cualquier otro talento. En tiempos de aturdimiento digital, la tecnología está sobre todo al servicio de la distracción. En su libro Distracted: The Erosion of Attention and the Coming Dark Age, Maggie Jackson estudia cómo perdemos cada día más posibilidades de pensar en profundidad y de aprender: cada tres minutos un hombre deja de hacer algo para revisar su e-mail, responder su teléfono o subir algún dato a Facebook. Pero no siempre es negativo distraerse. Al explicar el lenguaje de los poetas, Octavio Paz advertía: "Distracción quiere decir atracción por el reverso de este mundo. La voluntad no desaparece; simplemente, cambia de dirección (...) La pasividad de una zona provoca la actividad de la otra y hace posible la victoria de la imaginación frente a las tendencias analíticas". Distraerse puede ser otro modo de estar alerta. A veces, cuando Chejov conversaba con sus amigos, se reía de súbito frente a ellos a pesar de que no habían dicho nada divertido. Al oír alguna anécdota, empezaba a convertirla en una historia humorística en su mente. Tenía una atención distraída, un oxímoron parecido a un silencio revelador. Como si se reconciliara con esa demanda de quietud y soledad de Pascal, Italo Calvino creía que para escribir no había nada mejor que un cuarto de hotel, anónimo, vacío y abstracto, sin recuerdos que le distraigan. "No me encierro nunca y no me molesta que me hablen", dijo quien nunca quiso usar una máquina de escribir.

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