Culturas

Pederastia celestial

YO TAMPOCO ENTIENDO NADA// CAMILO JOSÉ CELA CONDE

Las niñas de nueve años dan mucho mejor resultado en la cama que las señoras de veinte. No lo digo yo; lo afirma un jeque marroquí, Mohamed Ben Abderrahman Añl Magharoui de nombre, que ejerce de teólogo musulmán por añadidura. La noticia no trae, como los artículos científicos, un apartado de métodos, así que no se sabe cómo lo ha averiguado el caballero. Pero da igual.

Los caminos del Señor
Los caminos divinos son inescrutables, ya se sabe, según se dice en el capítulo 33 del Génesis, si no voy equivocado. Bien es cierto que se trata en este caso de la Biblia pero tampoco creo que el tipo de dios de que hablamos cambie mucho de una a otra religión, siempre que no nos apartemos de las del Libro. Pues bien, a la tarea —bien ardua, reconozcámoslo— de escrutar lo inescrutable se dedican como actividad central los teólogos. Que a alguno de ellos les patine las ideas tampoco debería ser como para extrañarse.

Lo dice el código
Lo malo llega cuando de los códices divinos pasamos, sin solución de continuidad alguna, al código penal. Como es el caso. Incluso dejando de lado las correcciones políticas, e incluso la simple buena educación, alabar las relaciones sexuales con una cría de nueve años debería animar a los fiscales y jueces de la Audiencia Nacional a interesarse por semejante proclama. Que provenga de un jeque, teólogo y marroquí, no cambia nada: hemos sentado ya bastantes precedentes acerca de la necesidad de perseguir los delitos más allá de las fronteras. Insisto: es el caso.

Pleito en marcha
En espera de que sus señorías se animen a intervenir, un abogado de la capital del reino alauita ha presentado ya querella contra el jeque de iluminación divina. Será cosa de ver sus resultados. Cabe la tentación de curarse en salud recordando que Marruecos es país de confesión musulmana pero, como decía antes, la ocasión viene al pelo para lo que de veras importa aquí, en el reino de España: que los interesados por la tutela de la Iglesia sobre la sociedad civil se pronuncien, aun cuando sea a distancia. Con la Educación para la ciudadanía tenida por anatema, cualquiera sabe dónde hay que poner las fronteras para el pensamiento sobrenatural. Es preciso aclararlo, y hacerlo, por cierto, con la misma fuerza con la que se combate el pensamiento laico. Nueve años es una edad a la que las niñas deben ser protegidas, por mucho dios o intérprete divino que opine lo contrario.

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