Culturas

¿Por qué no conducen?

COLOFONOSCOPIO // TONINO, periodista y guionista 

No seré el primero que afirme que la manera de conducir dice mucho de cómo se conducen las personas. La hermana de Belén Rueda me preguntó en una ocasión si yo conducía con una maestría asombrosa o si me ayudaban ángeles invisibles para no chocar contra los obstáculos: le respondí, sin dudar, que lo segundo.

Pero a pesar de haber visto a nuestra la Familia Real elegantemente al volante de sus coches, me es imposible recordar a ningún presidente al mando del suyo. Quizá sea porque, en ese trance, todas las emociones que en Europa creemos dominadas se mantienen en plena lozanía, excepto la prudencia.

Poned a un europeo al mando de un pequeño utilitario: se transforma en un  individuo audaz, lleno de recursos, gloriosamente ilógico y eficaz. Dadle un problema político sencillo y lo convertirá en algo insoluble.

El coche proporciona la sensación de amenaza que da picante a la vida, rehabilita el inconformismo, encauza los excedentes de energía y nos libera los sentidos.

La misoginia y la misantropía se canalizan a través de un volante, como nuestros abuelos se retaban en duelo o invadían tierras ignotas. ¿Cómo conducirán Sotelo, González, Aznar o Zapatero? Cuando quiero dormir en paz me los imagino a bordo de sus autos, en trayectos que mi mente les procura, con las primeras damas al lado y esta tonta gimnasia me reconcilia con la vida.

Contacta con Tonino en:  toninoguitian@hotmail.com*

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