Culturas

La ceja circunfleja

CON CEJILLA // SEBASTIÀ ALZAMORA

A la vergüenza de tener que contemplar a un grupo de artistas españoles, otrora relevantes, doblando un dedo encima de los ojos para imitar la ceja –doblá pero no partía– del presidente Zetapé, se ha añadido el oprobio aún mayor de oír a Rajoy oponiendo a éstos los supuestos artistas que se levantan a las siete de la mañana. Nunca habíamos entendido que la condición de artista tuviera o tuviese nada que ver con el horario matutino, y desconocíamos también a esa especie de artistas que mimetizan a un político hasta en su modo de fruncir el entrecejo. Uno se siente tentado de dar la razón al PP cuando afirma que los del dedo doblado son los que sienten necesidad de agradecer a Zapatero lo del canon digital, pero se le pasan las ganas inmediatamente al observar que la idea que Rajoy y sus mariachis tienen de un artista es la de alguien que trabaja de acuerdo con unos horarios de oficina de Renfe y que hace sus gárgaras y sus oraciones después de mear y justo antes de irse a dormir. Así pues, en vistas a las elecciones del 9 de marzo, y desde el punto de vista digamos cultural, PSOE y PP han conseguido un efecto doblemente disuasorio.

Desde Catalunya

Un efecto que desde Catalunya se ve multiplicado, por cuanto estos señores y señoras artistas que tan prestos y diligentes se muestran a dar apoyo a una de las dos grandes opciones electorales estatales no han movido –y por supuesto no han doblado– un puñetero dedo a favor de nada que se parezca a los derechos de las minorías lingüísticas y culturales de España. Ni por el reconocimiento de la legalidad del Estatut catalán, ni para hacer frente a las voces intoxicadoras que acusan a los catalanes de fascistas, talibanes, excluyentes, racistas o xenófobos, ni siquiera para denunciar el maltrato que sufren los catalanes en relación a su financiamiento autonómico o a la deficiente visión que de ellos se difunde desde buena parte de la España que sí cuenta, a ninguno de estos señores y señores se les ha visto ni por supuesto se les espera. Ellos y ellas sabrán.

Pues a hacer puñetas
Naturalmente, ellos y ellas sabrán lo que se hacen, pero no hubiese costado tanto realizar algún gesto de solidaridad, algún movimiento de apoyo, aunque consistiera en algo tan idiota como doblegar la falangeta, ehem, del dedo índice. Mientras tanto, la percepción catalana dice que a la derecha española le gustaría contar con nuestra desaparición como cultura, y que a la izquierda igualmente española no le importaría demasiado que eso sucediera. Pues bueno, pues vale. Pero que después no se queje nadie si el independentismo catalán va creciendo.

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