Posos de anarquía

El órdago de Irán

La Unión Europea en bloque ha coordinado la condena -y sanciones- al asalto de la embajada británica en Teherán. Reino Unido, como país afectado, ha sido quien ha tomado las medidas más contundentes, evacuando a todo su personal y dando 48 horas al embajador iraní en Londres para que ponga pies en polvorosa. No es para menos: la invasión de suelo británico -el territorio de una embajada se encuentra bajo la soberanía de ese país- es una flagrante violación del Derecho Internacional y el régimen de Mahmoud Ahmadinejad, no sólo no ha condenado los hechos sino que, además, los ha respaldado y exaltado a través de los medios oficiales.

¿Tiene motivos Irán para mostrar su malestar ante la actitud de la Comunidad Internacional? Por supuesto. ¿Le otorga eso la potestad de cometer o permitir una agresión del calibre del vivido en Teherán? En absoluto. Uno puede entender que Ahmadinejad no comulgue con la hipocresía de Occidente -solo quiere la suya propia-. Es lógico que le saque de quicio que Occidente le imponga duras sanciones económicas por su programa nuclear mientras Reino Unido, por ejemplo y dado que viene al caso, ha anunciado esta misma semana que gastará 2.000 millones de libras (unos 2.400 millones de euros) en nuevas plantas de armas nucleares. La noticia saltó tras saberse que Reino Unido sustituirá las cabezas nucleares de sus Trident, los misiles balísiticos para submarinos con un alcance de de 11.300 km y capacidad para alcanzar a la vez hasta doceobjetivos distintos.

Asimismo, el hecho de que el Gobierno de Cameron se posicionara del lado de EEUU e Israel ante la posibilidad de un eventual ataque a las plantas nucleares de Irán, recrudecen aún más el clima. Y con todo, no es admisible el asalto a la embajada. Aún cuando uno cuestione la conveniencia económica para el país de la ruptura total con Reino Unido, hay otras fórmulas y, en ese sentido, Ahmadinejad debería aprender de Hugo Chávez. Se pueden reprochar muchas cosas al presidente venezolano, pero andarse con medias tintas no es una de ellas... que se lo digan, si no, al embajador de Israel, expulsado en 2009, o el año anterior, al de EEUU, al que Chávez echó al grito de "Yanqui de mierda". Quizás, es cierto, el presidente venezolano abusa del método (también expulsó en 2008 al de Colombia, país con el que ahora potencia relaciones comerciales), pero siempre es mejor eso que permitir o impulsar que una turba invada suele extranjero.

Veremos cómo transcurren los acontecimientos y si la nueva provocación de Ahmadinejad -entendible o no- no sea más un órdago para ver realmente cuán dispuestos están EEUU, Israel y Reino Unido a embarcarse en una guerra en la que absolutamente todos saldrían perdiendo.

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