Posos de anarquía

La ciudad del pecado

A principios de septiembre sabremos si Madrid o Barcelona se convirten en la nueva ciudad del pecado de Europa con la llegada de Eurovegas. Sin embargo, existe otra ciudad en el Viejo Continente que podría hacerse con la misma denominación, aunque por motivos diferentes -a pesar de que los británicos, sólo en máquinas tragaperras, se gastan al año la friolera de un millón de libras-. Me refiero a Londres, donde el pecado, la culpa, la acusación y el castigo han pasado a formar parte activa del londoner.

Reino Unido es uno de los países que encabezan en Europa la política del castigo -esta misma semana conocíamos que la mayor parte de sus cárceles sufren superpoblación-, de la intimidación. Londres, en concreto, ostenta la marca de ser la ciudad europea con más cámaras de videovigilancia (unos cuatro millones de dispositivos, según cifras oficiosas) y buena parte de la ciudadanía aplaude la medida. Las 5.000 cámaras que se reparten por las carreteras a la caza de infractores podrían dejar de estar públicamente identificadas, pasando a ocultar sus ubicaciones en un intento por aumentar las sanciones. Si usted pasea por la noche en Londres y se le ocurre detenerse más de la cuenta en frente del jardín de una casa para ver uno de los zorros que corretean por la ciudad al caer el sol, no se sorprenda si sale el vecino, iPhone en mano, y le saca un par de fotos antes de decir  'buenas noches', por si es un merodeador (experiencia real, me temo).

En Reino Unido no existen amnistías fiscales, son más amigos de delatar. La Hacienda pública ofrece recompensas a partir de 50 libras (hasta varias decenas de miles) a quienes delaten a defraudadores. Sólo entre 2005 y 2009, Hacienda recaudó por esta vía 42 millones de libras... y desde que se acenturara la crisis en los tres últimos años los chivatazos se han disparado hasta el millón de libras pagado en recompensas.

Esta semana, el Gobierno ha anunciado que obligará a los hospitales a hacer públicas todas las recetas que extienden sus médicos para realizar un ranking de centros que prescriben medicamentos genéricos, más baratos, y que desde Sanidad, en un guiño a las grandes farmacéuticas -de esas que patrocinan laboratorios anti-doping de JJOO-, tachan de poco eficaces. La medida intimidatoria, en el fondo, busca desprestigiar a los pocos que no sucumben al poder de los grandes laboratorios.

Suma y sigue. Hay mil ejemplos más de cómo desde los estamentos más poderosos, tanto por poder institucional como por ser la élite económica, se está tratanto de mejorar la sociedad por la vía del castigo, del pecado, de enfrentar a unos y otros, en lugar de apostar por la educación, por inculcar otros valores a nuestros jóvenes.

España, vista desde fuera, no va por mejor camino. Presidentas autonómicas como Esperanza Aguirre o Dolores de Cospedal son buenos exponentes del modelo inglés... a la española. Ahí está Aguirre, enfrentando a profesores contra padres en el campo de batalla de un comedor escolar, o Cospedal queriendo enseñar desde el cole cómo ser un emprendedor bajo el prisma neoliberal de competir y abatir al contrario. Malos modelos que, vista la crisis de quienes alumbraron los mismos, está más que demostrado que sólo conducen al fracaso.

Ojalá se invirtieran las tornas. No se trata de que la ciudadanía castigue a los gobernantes, sino de hacer valer su condición de pueblo soberano y despachar a gusto Gobiernos cuando éstos se auto deslegitiman con sus políticas de injusticia social. La base del cambio, una vez más, la educación, esa que quienes se sienten amenazados están tratando por todos los medios de destruir... en Reino Unido, España o Chile.

Miren donde miren.

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