Posos de anarquía

La División Azul. Suma y sigue.

No hay nada de ilegal en el homenaje que el Gobierno dedicó a la Hermandad de Combatientes de la División Azul el pasado fin de semana. Sencillamente es aberrante y una ofensa para cualquier amante de la libertad. Homenajear a falangistas que combatieron voluntariamente en las filas hitlerianas delata a este Gobierno como lo que realmente es, que cada cual le ponga el calificativo que corresponda... Y es que a uno no le deja de chocar que mientras lo dirigentes del PP acusan con tanta alegría a los movimientos sociales de nazis o fascistas, ellos, en cambio, aplaudan y rindan homenaje a quienes realmente lo fueron.

Lo peor de todo no es el acto de ensalzamiento de la División Azul, sino que ni siquiera sorprende de este Gobierno que encarna la evolución de los peores valores del franquismo. ¿Evolución? Sí, porque en su ADN ha conseguido conjugar la represión, la imposición, la censura y la manipulación con el exterminio capitalista de los más desfavorecidos... todo ello bien barnizado con una doble capa de catolicismo.

Esta ideología, plasmada en gran medida en la LOMCE que hoy impondrá  el Gobierno, es un crisol de ruindad, odio, envidias y discriminación que, para mayor desfachatez, se quiere presentar como adalid  de la libertad y la democracia. Mientras, igual impide a los españoles participar en procesos contra las víctimas del franquismo en Argentina o premia a quienes lucharon promoviendo el Holocausto.

El Gobierno de Mariano Rajoy pasará a la historia como uno de los más dañinos, independientemente del ministro que se escoja para valorarlo. Estarán los que infligen daño sencillamente por su ineptitud, como es el caso de Fátima Báñez o Ana Mato; o los que aportan el neoliberalismo de genocidio social como Cristóbal Montoro o Luis de Guindos; o los que harían enorgullecerse a Franco como Jorge Fernández Díaz o Alberto Ruiz Gallardón. Todo ello bajo el paraguas de una monarquía en horas bajas que no encuentra ninguna justificación para seguir aferrada al poder... ninguna, salvo la propia lucha por su supervivencia, aunque al monarca le hagan falta 6,2 millones de parados para desprenderse de alguno de sus lujos, como el yate Fortuna.

Que desde ERC, Alfred Bosch pida la comparencia en el Congreso de Fernández Díaz es obligado, aunque no aporte nada. Es más una cuestión de formas, pero somos muchos los que, por un lado, casi preferimos que el ministro siga colgado de su rosario y no dé más explicaciones porque, en realidad, no hay justificación posible. De comparecer, el Pato -como le llamaban lo círculos políticos catalanes- volverá a hacer gala de su naturaleza retrógrada, esa misma que ya le llevó a no sólo justificar, sino aplaudir abiertamente ante sus señorías la dura represión y abuso policial durante la Primavera Valenciana.

Y llegados a este punto, uno se pregunta cuál será el próximo homenaje del Gobierno de Rajoy.  ¿Ensalzará al Movimiento Nacional?  ¿Le pondrá una calle o abrirá una centro cultural a los Guerrilleros de Cristo Rey? Nada de ello nos cogería por sorpresa, como tampoco lo haría si pariera una nueva Ley de Prensa, como la creada en 1966 por ese gran demócrata que fue Manuel Fraga, el mismo que años después fundaría el partido de los trabajadores, como bautizó Dolores de Cospedal al PP.

Y suma y sigue el PP en su destrucción de la verdadera España, de la de los verdaderos demócratas.

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