Posos de anarquía

¿Quién estudió a Adolfo Suárez?

Durante los últimos días vengo comprobando con asombro cómo aún hay quien se sorprende de que los estudiantes de la ESO o, incluso, los universitarios no sepan muy bien quién era Adolfo Suárez. Yo ya rondo la cuarentena y, si ni siquiera en mi época conseguíamos que el temario alcanzara a la Transición, ¿cómo podemos esperar que lo haga ahora?

Lo curioso del asunto es que anoche, mientras escuchaba un programa de radio sobre este tema, había estudiantes que aseguraban que "nos meten con martillo todo el temario para llegar a la Selectividad". Pues mira, eso ha cambiado: en mi época parecía existir un acuerdo tácito en el ámbito educativo por el cual todo el mundo asumía que ningún alumno tenía ni pajolera idea de la Transición y, por ende, jamás cayó en Selectividad.

Y tampoco deja de ser curioso que un período de tiempo tan modélico como muchos aseguran -y como se han hartado de repetir estos días- pasara tan de puntillas por los institutos de España. En la inmensa mayoría de los casos uno se quedaba pensando en el triste de Alfonso XII y si encontraría o no aquella tarde a Mercedes. Igual es que no fue tan modélico... Es posible que, en realidad, los únicos que ganaron fueron las élites franquistas (y el rey forma parte de ellas), que se vieron legitimidas junto a sus herederos, para años futuros. Quizás y sólo quizás, los únicos que ganaron fueron la propia UCD y Adolfo Suárez colgándose la medalla de cambio político, el PSOE como la gran alternativa y el PCE, al fin legal...

Y por el camino, se cayeron (o empujaron) todos los valores de la izquierda libertaria y marxista y a esa exclusión es a lo que se ha venido a llamar consenso, concordia o qué se yo, cuando en realidad lo que sucedió es que no se rompió el aparato estructural del franquismo y el proletariado. Un proletariado que estaba tan canino de libertad que con un mendrugo de pan se creía ya el rey del mambo... y hubo conquistas, como las elecciones, la Constitución, el divorcio... como si garbanzo a garbanzo se engañara al estómago para que no reparara que, en realidad, no nos hemos apretado un cocido completo en la puñetera vida.

Y llegados a este punto uno se pregunta: ¿Cómo estudiarán mis hijos los momentos que ahora estamos viviendo y que, en relación, vendrían a ser lo mismo que la Transición fue para mi? ¿Llegará el temario a esta época? No lo sé, pero de lo que sí estoy seguro es que no tendrán que ser autodidactas de este periodo como lo tuvimos que ser de la Transición  los de mi generación. Yo sí le contaré a mis hijos cómo en pleno siglo XXI, a 6 millones de personas en nuestro país no se les dejaba trabajar, o que más de un quita parte de la población se encontraba en pobreza extrema.

Yo sí que le contaré a mi hijo cómo en la segunda década de los 2000 había tres millones de hogares españoles que tenían que elegir entre comer o calentarse en invierno o cómo cientos de miles de ciudadanos tuvieron que emigrar, pero no para enviar remesas de dinero como en la posguerra, sino para dejar de ser una carga en casa y malvivir en el extranjero... cómo los desahucios superaban el medio millón desde el estallido de la crisis mientras había 3,5 millones de viviendas vacías.

No tengo ni idea de si mi hijo estudiará este período que nos ha tocado vivir y que algunos queremos cambiar, pero sí le dejaré claro que a muchos se les llenaba la boca de "democracia" mientras hacían crecer sus fortunas con la explotación de trabajadores, apostaban por un Estado policial y represor y daban por bueno uno de los pocos consensos reales a los que de veras habían llegado nuestros políticos: el del todo vale, el de la impunidad contra la corrupción.

Y, por encima de todo, le dejaré bien claro a mi hijo que, como antaño, hubo ciudadanos que lucharon por sus derechos, que superaron la traición de los sindicatos mayoritarios, que se enfrentaron a una banca usurera y que se agruparon e hicieron temblar a los poderes fácticos... y con suerte, le contaré también cómo ese movimiento ciudadano, el único valedor legítimo de la soberanía nacional, triunfó.

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