Ayer se aprobó el anteproyecto de reforma de la Ley de Propiedad Intelectual en la que todo el protagonismo se lo lleva la polémica Tasa Google (absurdamente llamada así cuando es a Google al que menos afecta) o el Canon AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles). ¿En qué consiste? Básicamente en que enlazar en internet en España ya no será gratis: si tienes una web de actualización periódica y enlazas, tendrás que pagar un impuesto revolucionario al medio que enlazas.
"¿Pero si le estoy llevando visitas?", pensará usted. Da igual. El lobby de editores (PRISA, Vocento, Grupo Zeta, Unidad Editorial, Grupo Godó, Editorial Prensa Ibérica...) y sus señorías se han propuesto poner puertas al campo y mandar al carajo una de las mayores bonanzas de la Red: España va a pasar a ser uno de los ejemplos internacionales de legislación más restrictiva y deleznable en materia de internet. Una vergüenza.
¿Y saben qué es todavía más vergonzoso? Esa horrible sensación de estar metido en una habitación con unos monos jugando con unas pistolas que te apuntan directamente a la chota. El modo en que se aprobó ayer el anteproyecto fue uno de los más chapuceros que me vienen a la mente, con diputados sin saber de qué hablaban, cometiendo una serie de errores encadenados y con más prisas por salir escopetados de vacaciones que por legislar como es debido. Incluso, algunos de los partidos que se opusieron no lo hicieron porque el Canon AEDE les pareciera una atrocidad, sino porque les hubiera gustado apretar más al usuario que enlaza....
El PP ha querido una ley exprés, sin debate en el pleno del Congreso, con la intención de que pasara lo más desapercibida posible y de la manera más opaca. A estas alturas y aprobado en anteproyecto, todavía no sabemos el contenido de algunas de las enmiendas aprobadas y por desconocer, hasta desconocemos el importe de las tasas con las que los ineptos de AEDE se piensan forrar (hablan de recaudar, a pesar de no haber hecho públicas las tasas, unos 80 millones de euros al año). Vergonzoso también, como cabía esperar, la cobertura que han hecho de la votación de ayer.
El objetivo es que para el próximo otoño ya entre en vigor la ley y para ello, han tirado de la Comisión de Cultura y lo que se ha evidenciado es, precisamente, las carencias de sus señorías en la materia que abordaban. Todavía recuerdo lo lamentable que resultaban en los años 90 los debates a los que pude asistir en el Senado cuando se discutía la tarifa plana en internet. Casi dos décadas después, pensé que nuestros diputados se habían puesto al día, pero ayer comprobé tristemente que, con perdón, no tienen ni puñetera idea. Como tampoco la tienen los editores, cuyo presidente, José María Bergareche, alardea de ser un auténtico paleto digital al asegurar que los agregadores de noticias "ponen en peligro el acceso de los ciudadanos a una información libre y de calidad en internet".
El Canon AEDE genera un problema donde no lo había... salvo para el lobby de editores que, incapaces de superar su incompetencia para renovar la prensa y crear un modelo adaptado a los nuevos tiempos, parecen aferrarse a cualquier forma de ingreso con una visión tan cortoplacista como ineficaz.
En definitiva, ayer asistimos a la aprobación (a falta de su paso por el Senado) de una de las leyes más absurdas en materia de internet, a un movimiento que restringe libertades, que resta la expansión de conocimiento y, lo que es más grave todavía, que genera un problema donde no lo había... salvo para el lobby de editores que, incapaces de superar su incompetencia para renovar la prensa y crear un modelo adaptado a los nuevos tiempos, parecen aferrarse a cualquier forma de ingreso con una visión tan cortoplacista como ineficaz.
Google News está llamado a cerrar en España, a pesar de que únicamente aparecían en él los medios que así lo querían. Todo el que no deseaba que Google le llevara visitas a su web, tan sólo tenía que comunicárselo al buscador y éste dejaba de indexar sus noticias. Así de fácil, sin legislar, sin imponer un impuesto revolucionario. Ahora, por aquello de simplificar —y porque maldita falta le hace (de Google News el buscador no rascaba un solo euro)— es más que probable que se desactive el servicio. Y esos medios de rapiña que conforman AEDE verán cómo el número de visitas que llegaba por esa vía cae estrepitosamente, afectando a su triste argumentario de venta de publicidad online. Dicho de otro modo: perderán visibilidad.
La medida afectará también a otras páginas como Menéame, por ejemplo, del que ya se dice que salvará la situación sacando la compañía del país. Los medios de AEDE se han pegado un tiro en el pie despreciando los más de 2 millones de visitas mensuales que les llegaban, precisamente, gracias a Menéame (afortunadamente, no todos los periódicos forman parte de ese lobby). Y los autores de blogs verán cómo se criminaliza el enlace, cómo se les obliga por ley a subvencionar la torpeza de los editores.
¿Y los periodistas, qué pintamos en esto? Pues fieles a nuestra naturaleza egoísta, poco corporativa e insolidaria y máximos exponentes del "primero salvo mi culo y luego ya veremos" no diremos ni mú. Podemos llegar a ser tan estúpidos que no moveremos un solo dedo a pesar de que a medio plazo nos perjudica gravemente la decisión que han tomado los mandamases, de que si algo se evidenció ayer es la supina estupidez y torpeza de quienes dirigen los principales medios de comunicación del país.
Los periodistas no tenemos excusa, no podemos seguir dejando que ese puñado de ineptos con sueldos estratosféricos sigan explotándonos por cuatro duros para seguir influyendo en el poder, dictando leyes con puntos y comas. El tiro en el pie de ayer, en realidad, es en nuestro propio pie, porque cuando esos medios pierdan visibilidad, no serán los directivos de AEDE que causaron el mal quienes se aprieten el cinturón, sino que seremos nosotros. Ese día, compañeros, acordémonos de por qué hoy no hicimos nada, de por qué aunque fuera por un día, no dejamos al país sin periódicos, por qué no tenemos ni la inteligencia, ni las agallas ni la solidaridad de tomar una acción en grupo y demostrar a los monos que juegan con pistolas que, en realidad, somos nosotros los que tenemos las balas.
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