Posos de anarquía

La verdad de lo que sucede con los árboles de Madrid

Desde el pasado verano, los árboles en Madrid ya se han llevado la vida de dos personas y han herido a otras tantas. Desde el Ayuntamiento de Ana Botella se han ido tirando balones fuera, sin dar explicaciones convincentes acerca del porqué de tantas incidencias con el arbolado. Las principales acusaciones se han centrado en los recortes, si bien ha habido quien se ha remontado a los años previos, señalanado a podas excesivas.

Para entender lo que realmente está pasando con el arbolado madrileño nada mejor que hablar con quien los ha estado cuidado durante más de una década. Martín (nombre ficticio) es podador, aunque como el resto de sus compañeros ya no se dediqua a cuidar de los árboles. ¿Por qué? Porque el Ayuntamiento decidió unificar los contratos de proveedores para así abaratar su coste. Para ello sacó seis lotes a concurso (cada lote era un grupo de distritos) y en cada uno de ellos el adjudicador debía cubrir los servicios de limpieza, zonas verdes, arbolado y parques infantiles.

¿Qué ha sucedido entonces? Por un lado, que el Ayuntamiento ha adjudicado lotes a compañías que no estaban preparadas para ello, porque algunas estaban especializadas en zonas verdes o limpieza pero no en arbolado. Por otro, que las compañías se tiraron en plancha a por los contratos, aún a sabiendas del recorte en el presupuesto y de que tendrían que subrogar contratos manteniendo condiciones, y una vez adjudicados se quejaron de las condiciones, terminando por ejecutar un ERE que cada 45 días resta un tercio de la plantilla. "No hay gente suficiente para cubrir todo el arbolado", recalca Martín.

Así las cosas, esto no es lo más raro que está pasando; lo más extraño es que las empresas adjudicatarias, en lugar de aprovechar la experiencia de quienes han estado cuidando de los árboles madrileños durante doce años, les han puesto a recoger excrementos caninos, pinchar papeles por los parques o realizar las inspecciones para los famosos "indicadores de calidad" de los que tanto ha presumido Botella.

"A día de hoy, los encargados del arbolado no son expertos, ni siquiera son podadores, son corta-ramas", explica Martín, que precisa que "los árboles necesitan un cuidado especial en función de su especie". Una especialización y un conocimiento que "a nosotros nos ha costado doce años adquirir, pero que ya teníamos y, además, remando en la misma dirección con los técnicos municipales". ¿Qué significa esto? Que podadores y técnicos municipales trabajaban en equipo, consensuando las actuaciones, las especies a plantar en función de las características de la calle, etc.

Martín cuenta que "ahora no hay consenso ni trabajo en equipo. Para empezar, a nuestros equipos de podadores, la empresa adjudicataria los ha separado, repartiéndolos por distritos y asignándoles tareas que nada tienen que ver con el arbolado. Además, el Ayuntamiento ha hecho lo mismo con el equipo de técnicos municipales". El resultado es que "quienes cuidan ahora de los 300.000 árboles que hay en las aceras están cometiendo los mismos errores que cometimos nosotros doce años atrás, pero nadie nos pregunta".

Sin señales ni plataformas

"Ramas siempre han caído", apunta el podador, "porque es muy complicado cubrir la totalidad de árboles, pero no de esta manera" (tanto en cantidad como en peligrosidad). Sin embargo, a  la descoordinación y mala organización comentada se suma, además, la falta de medios. El podador explica que las adjudicatarias que nunca habían cuidado del arbolado "apenas tienen plataformas y las que tienen son muy viejas... ni siquiera tienen señales para cortar la calles cuando se realizan las podas". Por desconocer, incluso, "desconocen los procedimientos a seguir cuando se podan los árboles y no piden los correspondientes permisos municipales para cortar una calle, de modo que a veces se presenta la policía municipal que, tras comprobar qu no hay permiso, les obliga a marcharse y esos árboles se quedan sin podar".

Mientras, el Ayuntamiento se jacta de tener sus "indicadores de calidad" con los que vela por la calidad del servicio. "Lo que está haciendo en realidad es sacar el dinero a las compañías", aclara Martín. Cada día, se realizan cientos de inspecciones aleatorias por los distritos: el operario porta un móvil con plano y cámara de fotos y va comprobando si el césped está bien cortado, si hay interferencias de arbolado, etc. Al acabar la jornada, se realizan los informes y por cada deficiencia se descuenta dinero a las empresas adjudicatarias.

¿Quienes realizan las inspecciones? Los trabajadores de las mismas compañías a las que habrá que descontar dinero si hay deficiencias; por eso un 10% de las inspecciones son revisadas por el propio Ayuntamiento para comprobar que se han realizado correctamente. Martín habla de arbitrariedad y subjetividad, sugieriendo que en ocasiones el Consistorio fuerza: "estos indicadores son en realidad un saca-dinero".

Martín lamenta su actual situación: "Es una auténtica pena ver cómo tu trabajo de tantos años lo tiran a la basura, cómo los árboles que has cuidado durante tantos años están ahora desatendidos sin que nosotros podamos hacer nada".

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