El Gobierno de Rajoy se ha apropiado de la etiquete de "transparencia" sin ningún pudor. Bien es cierto que es el Gobierno que ha puesto en marcha un portal de transparencia que, aunque tiene más carencias que beneficios, ya es más que la promesa incumplida de la Administración Zapatero. Sin embargo, en su día a día no hace más que dar muestras de opacidad. Ya no digo en las investigaciones judiciales como la llevada a cabo por el juez Ruz sobre los papeles de Bárcenas -en cuyo auto el PP trató de influir sugiriendo al magistrado que en lugar de hablar de "información incautada", hablara de "colaboración del PP con la justicia" cuando ésta ha sido inexistente-, sino en su trato con los periodistas.
Cada vez es más frecuente que suframos ruedas de prensa sin preguntas, con algún que otro plasma, comparecencias en las que se retoma el "hoy no toca" de Pujol o, incluso, el más absoluto silencio administrativo. Yo mismo, estoy más que acostumbrado a que desde ministerios como el de Interior, Educación o Justicia se nieguen sistemáticamente a responder a las cuestiones que les planteo, dificultando extraordinariamente mi labor informativa.
En este escenario, hace cerca de un mes que sucedió algo aún más extraordinario. Contaré la historia desde el principio:
A principios de 2013, la embajada de España en Londres lanzó a bombo y platilla un portal de empleo, jactándose de ser pionera en poner en marcha una web de estas características. En honor a la verdad, el arranque no fue tan afortunado como cabía esperar: enlaces rotos, ofertas replicadas de las principales webs de empleo de Reino Unido, puestos ofertados que ya no existían por haberse cubierto las vacantes... A pesar de ello, la embajada tardó sólo dos semanas en remitir una nota de prensa en la que presumía de haberse covertido en trending topic y haber registrado 175.000 acceso en 15 días.
Esos eran los datos más precisos que aportaba, porque en la pretenciosa comunicación que nos remitió a los corresponsales aparecían frases del tipo de "el número de ofertas directas recibidas a través de Web Trabajo UK se está incrementando progresivamente" o "ya se han contratado a varias personas a través de la web y varios procesos de selección están abiertos en estos momentos". Un despropósito.
Tras aquella infausta nota de prensa no volvimos a saber más del portal de empleo. Precisamente por este motivo y dado que ya han pasado casi dos años de su puesta en marcha, solicité a la embajada información estadística del portal como número de visitas y ofertas, cuántos contratos se han cerrado a través del portal, etc.
Cualquier sería mi sorpresa cuando desde la Consejería de Empleo y Seguridad Social en Reino Unido se me remitió un correo electrónico en el que se me indicaba que "antes de proceder con la misma [mi solicitud de información], le agradeceríamos que nos facilitara la siguiente información: Una pequeña reseña de su experiencia profesional (o su CV), qué fin se dará a la información suministrada". Tras tres años ejerciciendo como corresponsal de Público en Londres y seguir recibiendo todos los días el dossier de prensa, la embajada necesitaba mi currículum para poder facilitar la información.
Asombroso, más aún cuando cada vez que me envían invitaciones -a pesar de llevar ya más de un año en Madrid- para las recepciones de gala del embajador Trillo con, por ejemplo, el presidente de Telefónica, César Alierta, no les importa mi experiencia profesional. Jamás me había sucedido algo parecido. A partir de ese punto y tras recriminarles su actitud, el comportamiento por parte de la Consejería de Empleo en Reinio Unido ha sido el habitual con el que me encuentro en este Gobierno de Rajoy: el silencio. Ha pasado un mes desde que solicité la información -el doble de tiempo que ellos necesitaron para enviar su nota de prensa- y todavía no han aportado un solo dato, a pesar de que muchos de ellos (como los accesos) son accesibles en un minuto con cualquier herramienta analítica.
Hasta en cinco ocasiones más me he tenido que dirigir a la Consejería para únicamente averiguar que todo dependía "de una confirmación de Madrid". Eso sucedió el el 19 de diciembre, fecha desde la cual no han vuelto a dar señales de vida. Resulta alarmante que sea tan complicado obtener una información tan básica; imaginen lo que sucede cuando se trata de datos más sensibles que pueden hacer tambalear a más de uno en su puesto. Entonces, el derecho a la información de la ciudadanía se va por el retrete y el Gobierno que presume de demócrata se convierte en lo opuesto. Qué temor más inquietante: si nos ocultan estos datos, ¿qué no harán con otros?
Comentarios
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