La secretaria general del PP y, aunque a veces lo olvidemos por el poco tiempo que pasa en su negociado, también presidenta de la Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, se despachó a gusto contra los que piensen pitar en la final de la Copa del Rey de fútbol. Propuso, nada menos, que se desalojar a quienes piten mientras suena la marcha granadera. No podemos decir que nos sorprendan las declaraciones viniendo de quien vienen y después de que Esperanza Aguirre también recomendara suspender la final si se pitaba.
No, no sorprenden sus propuestas, sino cuánto ignoran lo complicado de su ejecución. En primer lugar, por los altercados que se pueden producir en el estadio, tanto con el plan de una como de la otra. Y en segundo lugar, porque no hay ley en España que prohiba pitar el himno. Doblemente ignorantes, las pobres... ambas candidatas a cargos electos este año después de llevar muchos años a sueldo de los españoles; dicho de otro modo, son de difícil aprendizaje.
Si bien es cierto que los ultrajes y ofensas a la bandera de España sí están regulados en nuestro ordenamiento jurídico con la Ley 39/1981, de 28 de octubre, nada menos que de tiempos de Calvo-Sotelo, las pitadas al himno no. Fue el Gobierno de Aznar el que sacó adelante el Real Decreto 1560/1997, de 10 de octubre, por el que se regula el Himno Nacional y en él lo único que se apunta es que "la actitud de respeto al himno nacional de los asistentes a los actos en los que sea interpretado se expresará, en el caso del personal uniformado de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad, efectuando el saludo reglamentario". Nada dice los "españolitos de a pie", ergo, podrían pitar libremente. Otra cosa bien distinta es que, dado su carácter represor y autoritario, las populares quisieran imponer su parecer y pisotear, como de hecho ya han hecho en más de una ocasión, el artículo 20 de nuestra Constitución que garantiza el derecho "a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción".
Decía ayer también Cospedal que "si uno no quiere ir a ver la Copa del Rey, pues que no vaya. Y si un equipo no esta conforme con jugar la Copa del Rey, pues que no la juegue. Así de claro". Bien, tríplemente ignorante. Y es que tanto los equipos como los espectadores quieren participar y ver la final de la Copa del Rey y, en realidad, lo que no quieren es rendir pleitesía a un monarca que no han elegido, que se les ha impuesto y que ven absolutamente prescindible (el cargo). Nada tiene que ver el espectáculo en sí al que, quizás, habría que ir pensando en cambiar el nombre.
Si bien es verdad que sus orígenes se remontan a principios de siglo en tiempos de Alfonso XIII, lo cierto es que cuando de veras cobró entidad y se asentó como competición nacional fue durante la dictadura, cuando se denominaba la Copa de S.E. El Generalísimo. Esto quiere decir que, en realidad, se trata de una competición que viene a honrar a una figura en concreto; ni siquiera la Segunda República lo hizo mejor, que la bautizó como la Copa del Presidente de la República. Un error que, quizás, debió corregirse cuando en la temporada 1976-77 pasó a llamarse la Copa del Rey (que, por cierto, ganó el Betis).
Quizás, y sólo quizás, en lugar de proponer soluciones violentas a que piten el himno nacional, algo absolutamente legal, habría que ir pensando en cambiar el nombre a la competición y, por ejemplo, llamarla la Copa de los Pueblos de España, que sirviera para mostrar cómo nuestra riqueza nacional convive en armonía sin imposiciones externas. A mi, personalmente, me haría más feliz escuchar este año los himnos de Cataluña y País Vasco en la final y que la copa fuera entregada por el que sí ha sido elegido por el pueblo -aunque llevar un programa electoral oculto, restándole legitimidad-, que es el presidente del Gobierno.
¿Y el himno nacional en el fútbol? Cuando la Selección nos represente como país en competiciones internacionales.
¿Y el rey? En el palco sentadito, disfrutando, hasta que podamos elegir los españoles y se tenga que pagar su asiento como todo hijo de vecino.
Comentarios
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