Posos de anarquía

20N: ilegalicemos las misas franquistas

Al menos 16 misas honrarán la memoria de Franco en todo el Estado. Así títulaba Alejandro Torrús su artículo de hace tres días. Y uno no puede evitar preguntarse: ¿por qué demonios es esto legal? Nadie puede defender la celebración de estos actos amparándose ni en la libertad de expresión ni en la de culto religioso, porque hacerlo sería pura demagogia o cinismo. Franco fue un dictador fascista, un asesino cruel que representa una de las etapas más oscuras -y tenemos unas cuantas- de la Historia de España. Homenajearlo es homenajear a lo más vil de la naturaleza humana.

En realidad, técnicamente hablando, es imposible honrar lo que en sí mismo no tiene honra. Y Franco y todo lo que representa su régimen, ni lo tuvo entonces, ni lo tiene ahora. A pesar de ello, continúa existiendo una serie de indeseables que quieren encumbrar a este dictador a un lugar que no le corresponde, a un lugar que no podría alcanzar ni en sus mejores sueños. Afortunadamente, mañana será un día de celebración, pero no para honrar la memoria del dictador, sino para celebrar que se cumplen 40 años desde que al fin se fue al otro barrio.

Lo curioso de este mundo en el que vivimos es que el Gobierno permita que se celebren estas misas al mismo tiempo que se condena a un tipo a 18 meses de cárcel por tuitear una foto de Carrero Blanco con la leyenda 'Hasta el infinito y más allá'. El sinsentido parece más que evidente, salvo para el Partido Popular (PP), que históricamente ha mantenido una defensa velada -y a veces no tan velada- del franquismo.

Lo curioso también es que el elogiado Papa Francisco no tome cartas en el asunto, excomulgando a todos aquellos sacerdotes que oficien ceremonias que homenajen a Franco. Si durante la dictadura, la Iglesia Católica fue una fiel aliada del dictador, al menos, sería de justicia, y así lo deberían reclamar los propios católicos, que la Iglesia actual no caiga en el mismo error despreciable. Les animo a que armen revuelo, a que, sencillamente, pongan en práctica los valores que defienden y no se acuerden sólo de ellos cuando a alguien se le ocurre la descabellada ocurrencia de celebrar comuniones civiles.

El hecho de que seamos mayoría en España los que mañana brindemos porque Franco lleva cuatro décadas siendo pasto de los gusanos no termina de aplacar ese saber agrio que me produce que todavía existan en nuestro país amantes de la tortura, de la represión, de la censura y del asesinato porque, quien defiende a Franco, seamos cristalinos en ésto, defiende también eso.

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