Hoy se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género y Mariano Rajoy tiene el mal gusto de utilizarlo con fines electoralistas. El presidente del Gobierno, el mismo con el que hemos visto que desde 2010 el presupuesto para la prevención de la violencia machista se ha recortado un 26%, preside hoy el acto institucional con motivo de este día.
¿Qué tiene de malo?, se preguntarán ustedes, si son capaces de no ver el cinismo de no dotar presupuestariamente a la lucha contra esta lacra y luego salir en la foto. Pues tiene de malo que en toda la legislatura nunca antes había presidido un acto como éste, pero ahora, a ocho días del arranque oficial de la campaña electoral sí lo hace. Otro gesto más que le retrata a la perfección.
Pero no he venido hoy a hablarles de lo ruin de los actos de Rajoy, sino de la nobleza de otros actos, los de Mabel Lozano. Ayer tuve la oportunidad de ver el estreno de la versión para televisión (se estrenará en TVE) de su documental 'Chicas nuevas 24 horas', que aborda el mundo de la trata de mujeres habiendo rodado para ello en Argentina, Paraguay, Colombia, Perú y España.
Escuchar a hablar a Lozano delata inevitablemente que la directora lleva implicada en la lucha contra la trata durante más de una década, que se ha despojado de los tópicos alrededor del tema, que ha profundizado de la manera más descarnada en la materia sin perder por ello la sensibilidad que requiere. Su documental es duro, muy duro, relatando casos de menores que realizan hasta 40 servicios en una sola noche y al terminar la jornada yacen sangrando en su lecho o cómo las mafias se deshacen de sus cuerpos en los ríos sin que nadie le importe un carajo.
Su discurso, el de Lozano, también es duro; el asunto lo requiere, porque en un país en el que nuestro Gobierno ha permitido, previa instrucción de Bruselas, que para recalcular el PIB se incluyan la prostitución o las drogas -y el PIB subió un 4,5%-, ¿qué nos queda? La directora de Chicas nuevas 24 horas hace a España cómplice de la trata de mujeres pues somos el tercer país del mundo en el que más pagan los hombres por sexo, y también llama cómplices a las mujeres, "porque hemos tardado mucho tiempo en darnos cuenta de que esto también nos afectaba a nosotras".
Y es que, como aparece en el documental, la trata de mujeres no es cosa sólo de la Europa del Este, África o Sudamérica, también lo es de España, en donde ya se han desarticulado redes que captaban a menores en los colegios. Por este motivo, Lozano se suma a esas voces que piden que la trata de mujeres también se incluya en esa violencia de género contra la que se grita hoy en todo el mundo.
Es necesario aunar los esfuerzos de todos para luchar contra quienes se creen los amos de vidas ajenas, para "cubrir de derechos a esas mujeres porque, precisamente, de lo que se encuentran más desnudas es de ellos", explica Lozano. La realizadora no sólo llama a luchar contra estas mafias, no sólo clama que los Gobiernos inviertan dinero en combatir este tráfico ilegal de mujeres del mismo modo que combaten el de armas, por ejemplo, sino que pone en su documental el foco en la recuperación de las víctimas.
¿Qué sucede cuando una mujer explotada sexualmente denuncia y escapa de la mafia? Por lo general, nada bueno. Como aparece en el documental, pueden perder sus casas en pago por las deudas contraidas, pueden ver a sus familias amenazadas o, incluso, como una de las protagonistas de la cinta, ver a su hermana secuestrada... pueden ser asesinadas. Además, tal y como cuenta Lozano, "las secuelas de estas mujeres son similares a las que padecían los judíos al salir de los campos de concentración, hay que reconstruir un ser humano prácticamente partiendo de cero". Y el entorno familiar, además, no lo pondrá fácil, porque en muchos casos son repudiadas.
Luchemos todos contra la violencia de género en todas sus dimensiones, con esa violencia que no sólo roba el futuro de las mujeres -y de sus hijos- sino también de su mismo presente. Combatamos todos a una y durante todo el año -no sólo hoy- esas miradas para otro lado, esas hipocresías y cinismos políticos, esa sinrazón que ni siquiera los animales tienen y acabemos de una vez por todas con esa maldita estadística de mujeres asesinadas, explotadas y dañadas por el mero hecho de ser mujer.
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