Estamos a tres días de las elecciones catalanas del 21-D y, a medida que nos aproximamos a estas fechas, más surrealista se me antoja todo. Lo más inquietante no es únicamente eso, sino la más absoluta indiferencia con que este surrealismo es encajado por la mayor parte de la sociedad. Vivimos como los personajes de Amanece que nos es poco, la memorable película de José Luis Cuerda, en la que los habitantes del pueblo viven ajenos al suerralismo que les aqueja.
No deja de resultarme asombroso cómo el conformismo se ha apoderado de la inmensa mayoría. El discurso de que en España existe una democracia madura se dinamita por los aires cuando uno da un paso atrás y analiza, aunque sea someramente, lo que está sucediendo.
¿Cómo es posible que se vayan a celebrar unas elecciones en las que dos de los partidos que parece que serán decisivos en el resultados tengan a sus líderes incapacitados para realizar la campaña electoral? En el caso de Junts per Catalunya (JuntsxCat), con su número uno, Carles Puigdemont prófugo por Europa, y con su número dos, Jordi Sánchez (líder de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), encarcelado.
En el caso de ERC, hemos visto estos días cómo quien encabeza sus listas, Oriol Junqueras, se ve obligado a utilizar una de las dos llamadas teléfonicas a que tiene derecho desde la cárcel de Soto del Real para poder realizar una entrevista con un medio de comunicación.
Y no pasa nada. Democracia madura.
Vemos también cómo la vicepresidenta del Gobierno y máxima responsable ministerial de la política territorial, ya no es que se jacte, es que directamente se chulea con el modo en que la separación de poderes es inexistente. Escucharla frases como "¿Quién ha hecho que hoy por hoy ERC, Junts per Catalunya y el resto de independentistas no tengan líderes porque están descabezados? Mariano Rajoy y el PP" es de una sinceridad tan grande como torpe para sus intereses partidistas.
Las presiones políticas, el dictado y el nivel de influencia del Gobierno en los poderes legislativo y judicial parece evidente en ciertas decisiones adoptadas alrededor del asunto catalán. Sáenz de Santamaría, no contenta con sugerir esta violación de nuestra propia Constitución -esa que tanto defiende-, no duda en incendiar aún más la campaña electoral con un tono beligerante, provocador e impropio de quien tiene un mínimo de sentido de Estado al asegurar que "¿Quién manda a liquidación al independentismo? Mariano Rajoy y el PP".
Y no pasa nada. Así va nuestra democracia, que parece que como el hombre en el bancal de Amanece que no es poco, fue recolectada antes de tiempo y camina a medio hacer. Así que, hoy más que nunca, quizás todos y todas deberíamos hacer caso a otro personaje de la película, Nge, cuando le preguntan:
-Por qué anda usted en zig zag, señor Nge?
-Porque así se tarda más en hacer el recorrido y se piensa mejor adónde va uno, hijo.