El gasto global en Educación en España a través de los Presupuestos Generales (PGE) ni siquiera alcanza el 1% de las cuentas del Estado; se queda anclado en el 0,7% con 2.600 millones de euros. La diferencia respecto a la llegada del PP al poder es superior al 15%, puesto que en 2011 se rozaban los 3.100 millones. Este recorte, obviamente, no es casual.
Con el Partido Popular, la financiación pública de los centros concertados alcanzó el 70% del total. A medida que el gasto en Educación Pública descendía, en la concertada se incrementaba. Si analizamos el gasto de todas las Administraciones Públicas, mientras que la concertada ha contado con más dinero rozando los 6.000 millones de euros, la pública se ha quedado en los huesos respecto al inicio de la crisis, concretamente, con cerca de 7.200 millones de euros menos.
Pese al incremento de la becas de este año, estos continuos recortes afectan a las familias a las que, según el último informe de la OCU, la vuelta al cole les costará este curso cerca de 500 euros. Casualidades de la vida, la misma cantidad en la que las personas asalariadas han visto reducido su poder adquisitivo en los dos últimos años. ¿Cómo hacer frente, pues, a los gastos que se avecinan?
Se me antoja muy complicada la ingeniería financiera que algunas familias tendrán que realizar, considerando que el frío está a la vuelta de la esquina y entrará en juego la disyuntiva, para muchas personas, entre calentarse o comer.
Un país que no apuesta por la Educación Pública es un país condenado a la miseria. Y España, decididamente, no apuesta. La Educación es la clave de todo, es un puro acto de inversión en hombres y mujeres mejor preparados, formados e informados y con capacidad crítica para cambiar un país. La combinación perfecta que tanto asusta, por lo general, a la clase política. Por eso, en los PGE de este año, en lugar de aportarse los 500 millones comprometidos a un plan para luchar contra el fracaso escolar, únicamente se destinaron 40. Más claro, agua.