Durante estos días venimos escuchando a quienes reniegan de las movilizaciones de hoy que el feminismo no es ni de izquierdas ni de derechas. Así debería ser, pero sucede que el capitalismo es radicalmente opuesto al feminismo, porque buena parte de su desarrollo se basa en la desigualdad entre hombres y mujeres. Dicho de otro modo, defender el capitalismo es incompatible con defender el feminismo, por mucho que ha haya quien quiera inventarse un "feminismo liberal".
Dado que la derecha es uno de los pilares y, al mismo tiempo, instrumento del capitalismo, parece complicado pensar que pueda defender el feminismo de una manera limpia. En ese sentido, detectar en ese flanco prácticas de desigualdad, aún siendo duro, no lo es tanto como cuando se perciben en la izquierda. La realidad nos dice que la izquierda de hoy en día, ni necesariamente es feminista ni anticapitalista. Carteles como el del regreso Pablo Iglesias escuecen mucho, porque evidencian que también hay machismo en la izquierda.
Los actos nos definen, no las palabras. En el caso de PP basta ver los recortes salvajes que siempre ha asestado a las políticas de igualdad cada vez que ha llegado al poder; en el de Ciudadanos, cómo defiende los vientres de alquiler defendiendo el altruismo pero pidiendo certificado de penales sólo a la madre gestante y no a quien adopta. Hipócritas. De Vox, mejor ni hablamos, pues ha levantado todo su programa electoral sobre el machismo más recalcitrante.
¿Qué sucede con el Gobierno? Pues que no pone toda la carne en el asador. Una de las columnas de las movilizaciones de hoy es la huelga general. ¿Qué ha hecho el ministerio de Fomento? Establecer los mismos servicios mínimos que el Gobierno de Rajoy. CCOO y UGT ya han anunciado que los impugnarán, especialmente en el sector Transporte. ¿Qué sentido tiene replicar unos servicios mínimos que la Audiencia Nacional acaba de declarar abusivos -en referencia a los del 8M de 2018-? Se lo diré yo: plegarse a los intereses económicos, al capitalismo, invisibilizando la huelga. Soplar y sorber a un tiempo es imposible... y al PSOE parece que no termina de entrarle eso en la cabeza.
Como decía anteriormente, lo que realmente nos define como personas son los hechos, no las palabras, más aún en una época en la que la mentira cotiza al alza. Por ello, hoy el paro ha de ser generalizado y las calles se han de inundar. El acto que ayer se inventó Pablo Casado (PP) para creerse feminista ha de parecer (aún más) una parodia y el famoso acto de Colón con el traifachito unido parecerá una reunión de amig@s. Diré más: no sólo estoy convencido de que superaremos en número cualquiera de esos actos, sino que demostraremos una vez más que el feminismo no sólo es algo intergeneracional, sino que lejos de enfrentar a hombres y mujeres, nos une... y eso es lo que temen algun@s, que estemos unidos ante su modelo de vida que ya no toleramos más.