Albert Rivera (Cs) sorprendía ayer a propios y extraños con una propuesta para Pedro Sánchez (PSOE), sin ni siquiera planteársela al presidente en funciones. En su lugar, se lo comunicaba a Pablo Casado (PP) para, diez minutos después, darse su pequeño baño de multitudes convocando a la prensa -lo que también molestó al popular-. Es el síndrome postvacacional de líder naranja, irrespetuoso con la ciudadanía, después de haberse pegado la vida padre durante todo el verano.
Tras meses de veraneo, sin comparecencias, sin atender a medios y, lo que aún es peor, rechazando todas las invitaciones del PSOE a sentarse a hablar -algo que pese a su 'no' rotundo no ha hecho Casado- toca volver a la actividad del día a día. Con una ronda de consultas con el rey y una posible sesión de investidura, ya no había escapatoria: Rivera tenía que ponerse a trabajar y, claro, llega la fatiga, el estrés, esa percepción de saber que uno no se adapta al entorno laboral, ansiedad... Y termina por hacer el ridículo ante propios y extraños.
El consenso es general: la propuesta de Rivera es muestra de su desesperación; ya no es que tenga un tufo electoralista que repele, es que retrata al líder de Cs como un niño bien malcriado y caprichoso que ocupa un lugar que no le corresponde. Sus mayores -por edad o preparación- ya se lo dijeron y no le hicieron caso. El resultado se plasmó en las dimisiones del núcleo duro del programa económico de Cs, esto es, de Toni Roldán y Francisco de la Torre, mientras Rivera no se habla con el máximo ideólogo económico del partido, el eurodiputado Luis Garicano. A ello se suma también la dimisión de Javier Nart o los más de 250 cargos públicos que ha perdido la formación naranja desde la pasada legislatura.
Ese cuadro, agudizado con el tóxico Marcos de Quinto en el cogote, da como resultado un ridículo que el propio Rivera se niega a encajar, aferrándose a su ensoñación del "desbloqueo". Cada vez que el líder de los naranjas se siente fuera de juego tira de dos bazas: la unidad de España y el desbloqueo. Para ello, no duda de recurrir a bandazos ideológicos o mentiras, como las referidas a la política fiscal del PSOE con las que condiciona la abstención.
El liderazgo de Rivera al frente de Ciudadanos hace tiempo que se cuestionó, no es nada nuevo. Su propuesta de ayer da una vuelta de tuerca más poniendo en duda, incluso, su valía para pisar siquiera la Cámara Baja dada su flagrante desconocimiento, cinismo y lejanía de la realidad.