Posos de anarquía

Cara de idiotas

Cara de idiotas
Abrazo de Sánchez e Iglesias. Paco Campos/EFE

PSOE y Unidas Podemos (UP) han pactado un gobierno de coalición. Vaya por delante que se trata de una buena noticia. Sin embargo, eso no quita para que se nos haya quedado cara de idiotas. La pregunta que todo el mundo se hace es la misma: ¿hacía falta convertir a Vox en la tercera fuerza política del país para pactar?

En menos de un día Pedro Sánchez y Pablos Iglesias han alcanzado un acuerdo para conformar un gobierno de coalición. Las líneas rojas que ninguno quiso diluir en más de seis meses lo hacen ahora en menos de 24 horas... ni siquiera 48 horas, como indican algunos, pues los contactos tras las elecciones fueron posteriores. De hecho, inmediatamente después del escrutinio, Sánchez continuaba descartando un gobierno de coalición.

Por mucho que José Luis Ábalos se soliviante, incapaz de admitir el error garrafal del PSOE al haber convocado nuevas elecciones, ha sido este error y el nuevo escenario creado el que ha propiciado que el pacto fuera inevitable. ¿Qué ha conseguido Sánchez con unas nuevas elecciones? El ascenso de la extrema-derecha, la remontada del PP, el auge de los independentismos en el Congreso, la pérdida de la mayoría en el Senado, 10 escaños menos entre PSOE y UP...

Una nueva coyuntura que era perfectamente prescindible y que nos podíamos haber ahorrado. Esa es la "necesidad histórica" de la que hablan y que, desafortunadamente, tiene múltiples condicionantes, tantos como apoyos necesarios para alcanzar esa mayoría simple en segunda votación. Precisamente por ello no hay que lanzar todavía las campanas al vuelo, aunque la prontitud del acuerdo trae buenos augurios.

La otra cuestión es cuánto durará esta legislatura. El mensaje, como no podía ser de otro modo, es que la intención es aguantar cuatro años. Nadie sería tan osado de presentarnos el acuerdo avanzando que será para un par de años, pero a nadie se escapa que tareas como la aprobación de unos presupuestos será harto complicada. Son tantos los apoyos puntuales que precisará el nuevo gobierno para aprobar cada una de sus medidas que se avecina una auténtica travesía por el desierto, sólo a la altura de grandes estadistas... algo que, hasta que se demuestre lo contrario, no parecen ni Sánchez ni Iglesias.

A pesar de todos los factores en contra, a pesar de la cara de idiotas que todo el mundo puso al conocer la noticia, el pacto es una muy buena noticia. La alternativa sólo supone un retroceso, porque no habría otra que terceras elecciones. Aunque ahora Pablo Casado ande haciendo pucheros porque Sánchez no le ha devuelto la llamada, fue él quien abortó esa posibilidad al avanzar, antes de escuchar al socialista, que con él no iban ni a la vuelta de la esquina. Y, por mucho que haya subido Vox y haya remontado PP, la suma de las derechas aún tiene más complicado formar gobierno. En realidad, es imposible, porque España, a pesar de ese ascenso del fascismo, ha dicho que no quiere ser gobernada por la derecha. Sus números no dan, aunque parezca que sus líderes no sepan sumar.

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