Málaga no sólo es sol y playa, museos y cultura de pago, espetos, flamenco y verdiales, etc. Lo que no nos venden es lo que lleva décadas inserto en la provincia, como en tantas otras costeras. Es droga, crimen organizado y prostitución. Esta semana arranca el macrojuicio contra los responsables del mayor prostíbulo de Málaga, aún en marcha y en el que se dan cita desde jóvenes cuyo deseo se satisface con tarjeta de crédito, a casados padres de familia o a adinerados empresarios que encuentran en consumir a una mujer el mejor broche para cerrar un negocio.
Ya no pasan avionetas en verano por encima de la playa tirando paracaidistas de plátisco o pelotas gigantes con publicidad de una crema solar. Ahora, en Málaga, lo que atraviesa el cielo es una avioneta con una banda que anuncia el nombre de un prostíbulo y su lema "porque te lo mereces". No es el lupanar sórdido, que se esconde bajo un secreto a voces, que se oculta en anuncios discretos de clasificados o páginas de foros en los que los puteros intercambian sus sucias experiencias.
Este burdel se disfraza de club nocturno de caballeros, se anuncia en grandes vallas publicitarias al borde de la autovía o en la entrada de un gran centro comercial con salas multicine. Mientras, de puertas para dentro, los informes policiales no dejan lugar a dudas: mujeres obligadas a trabajar doce horas al día; teniendo que rotar periódicamente por cada uno de los tres puticlubs con los que cuenta la cadena (Málaga, Torremolinos y Córdoba), para que los puteros tengan carne fresca; pagar un porcentaje por cliente, además de pagar su alojamiento... multadas continuamente si incumplen alguna norma. Y si alguna de las mujeres se encuentra en situación irregular, sus condiciones empeoran sustancialmente.
La cocaína corre por doquier entre los puteros españoles, ingleses, asiáticos, árabes... cuanto más colocados, más ganas de consumir a las mujeres explotadas... Sólo el cabecilla acumula solicitudes de pena de cerca de 700 años de cárcel; entre los 21 imputados, más de 4.000 años de cárcel por 167 delitos. El juicio lleva más de un año parado mientras las mujeres víctimas continúan siendo explotadas, abusadas.
No hacían falta informes policiales para saber todo cuanto describen. Era de sobra conocido pero, como describe un empresario explotador sexual en el cortometraje de Mabel Lozano El Proxeneta, quienes podían poner freno, quienes podían alzar la voz, miraban para otro lado. Y si eso sucede con un prostíbulo que tanto autobombo se da, imaginen cómo actuan los ayuntamientos cuando el puticlub es un chalé que, como mucho, deja tarjetas de visita en los parabrisas de los coches, incluso, en los aparcados frente a un colegio. Nada... de hecho, conceden licencias de oficina -ni siquiera hoteleras- y funcionan libremente explotando a las mujeres.
Todavía recuerdo aquel dato demoledor hace dos años de una jurista durante las jornadas contra la trata de personas, organizada en Granada por Help Me Please, en las que tuve el honor de participar: entre 2012 y 2016 sólo ha habido 46 sentencias condenatorias en causas de desarticulación de mafias de trata de personas. ¿Qué sucederá con el macrojuicio que arranca esta semana en Málaga? ¿Veremos al fin cerrados esos locales de abuso y explotación de mujeres? ¿Cuándo veremos a los puteros en primera plana?