Hace 16 años, Morgan Spurlock rodó Super Size Me, un documental con el que demostraba los efectos negativos de la comida basura en nuestro organismo al alimentarse con ella durante un mes. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), ha ampliado el experimento hasta un mes y medio restringiéndolo a los niños y niñas. No había necesidad: Spurlock tardó más de un año en recuperarse.
En un sólo mes, Spurlock engordó 11 kilos, sufrió mareos, vómitos, dolores de cabeza... su mal humor comenzó a dominarlo... Su hígado estuvo al borde de daños irreversibles y llevó a su corazón al filo del infarto. A diferencia de lo que sucede en Madrid, estuvo sólo un mes alimentándose con comida basura -l@s menores llevan ya un mes y medio- y él recorría cada día 5.000 pasos diarios, algo que l@s niñ@s no han podido hacer durante su confinamiento.
Cuando Díaz Ayuso anunció a mediados de marzo sus planes de alimentar al alumnado con rentas mínimas a base de comida rápida, las críticas le llovieron por todos lados. Más de 11.500 niños y niñas se han visto afectad@s. Se documentó lo inadecuado de los menús destacando la ausencia de verdura, de legumbres, el enorme desequilibrio de aporte energético, la ausencia absoluta de fruta, pescado y lácteos... La Federación de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (FAPA) Francisco Giner de los Ríos llegó a presentar una denuncia administrativa contra la Comunidad de Madrid... Y Díaz Ayuso, hizo oídos sordos.
No sólo eso, sino que la defensa que realizó ayer de estos menús fue esperpéntica. "Al 100% de los niños les encantan", dijo, sin reparar que los testimonios de los padres y madres son desoladores. El punto de partida de la Comunidad de Madrid no era precisamente bueno: el 27,23% de su población infanto-juvenil padece sobrepeso u obesidad global, según reveló el año pasado un estudio realizado por la Universidad Complutense y la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA). El análisis ponía de manifiesto que un 35,17 % de l@s jóvenes presentan obesidad abdominal.
Díaz Ayuso ignoró todo eso. Ignora, incluso, lo que propugna su propia Consejería de Salud, en cuya página web hay información advirtiendo de cómo l@s escolares "suelen presionar a la familia para comer sólo lo que les gusta. Prefieren los alimentos dulces y comidas ricas en hidratos de carbono (hamburguesas, snack, fast-food, zumos, dulces, refrescos...) y chantajean a los padres para comer lo que quieren". Entre las recomendaciones figura todo lo popuesto al menú que ofrece ahora Díaz Ayuso a 11.500 niñ@s: "Deben consumir alimentos ricos en fibra 2-3 veces al día (verduras, hortalizas, frutas, legumbres, frutos secos y productos integrales) y realizar una ingesta adecuada de calcio, con un mínimo de dos raciones al día de leche o derivados lácteos (yogur principalmente), para permitir un correcto crecimiento y prevenir la osteoporosis en la edad adulta".
Vistas las loas al menú que realizó ayer en la Asamblea de Madrid, ¿por qué Díaz Ayuso no se ha planteado comer ese mismo menú durante idéntico tiempo al que ha condenado a l@s escolares de colectivos más vulnerables? Ella, que durante su cuerentena por coronavirus, era tan amiga de subir vídeos a sus redes sociales, bien podría dedicarnos unos clips zampándose una buena pizza con un refresco hipercalórico. No lo ha hecho y no lo hará, porque la clase política vive alejada de la realidad, porque con que vivieran un día en las condiciones en las que en España viven millones de personas se avergonzarían de su misma existencia. Y eso, ni el coronavirus ha conseguido cambiarlo. ¿De verdad creen que mejoraremos tras el COVID-19?