Posos de anarquía

El desprecio a EH-Bildu es el desprecio a la democracia

El desprecio a EH-Bildu es el desprecio a la democracia
El diputado de EH-Bildu, Oskar Matute.

La demonización a que está siendo sometida EH-Bildu es una muy mala noticia para nuestra democracia. Despreciar a un partido legítimo que defiende derechos humanos y libertades civiles, como es el caso, es despreciar la misma democracia. Tras décadas reclamando a ETA que defendiera sus intereses en las instituciones en lugar de hacerlo con atentados terroristas, se le corta el paso. Eso, sencillamente, es mezquino.

No existe una sola argumentación que tire por tierra de manera legítima la acción parlamentaria de EH-Bildu. Incluso quienes utilizan el argumento de que el partido abertzale no ha condenado los asesinatos de ETA yerra, porque sí lo ha hecho, en repetidas ocasiones e, incluso, en su mismo programa electoral. También, claro está, ha condenado la violencia y el terrorismo de Estado (GAL), cosa que no han hecho quienes hoy quieren sacar del tablero de juego a EH-Bildu.

La derecha en bloque se ha posicionado en contra utilizando como un arma arrojadiza, no ya la existencia de un pacto -que no existe-, sino cualquier voto favorable de EH-Bildu. En el seno del PP, se han armado narrativas de oposición apoyándose únicamente en esto, lo que evidencia lo hueco de su argumentario de oposición. Y no será porque no haya motivos para abrir brechas en la gestión del gobierno de coalición.

Por su parte, numeros barones del PSOE actúan del mismo modo que la derecha, hablando incluso de arcadas y vómitos si se aprueban unos presupuestos con los votos favorables del partido abertzale. No soy yo quien para repartir carnés de demócratas, pero lo que parece evidente es que cuando estos mismos barones reclamaron llevar las demandas de ETA al Congreso en lugar de hacerlo con bombas lapa era un mero farol.

Quizás, estos que dicen ser socialistas y el resto de la derecha pensaron que EH-Bildu, con ETA ya desaparecida, jamás cobraría el peso que ha cobrado en la escena política española. De manera limpia, transparente y avalado por cientos de miles de votos, EH-Bildu se ha convertido en la segunda fuerza política de Euskadi -en las elecciones del pasado mes de julio obtuvo su mejor resultado histórico subiendo tres escaños- y en las elecciones generales de 2019 obtuvo tres diputados más en el Congreso respecto a 2016, cobrando peso específico para sacar adelante determinadas iniciativas.

¿Qué sentido tiene seguir negando la legitimidad a EH-Bildu o tender cordones sanitarios contra un partido cuyo programa electoral es feminista, ecologista y defensor de una justicia social que resdistribuya la riqueza y combata toda suerte de desigualdad? Se lo diré yo: ninguno. Se podrán rebatir sus planteamientos, pero deslegitimar su acción es intolerable.

Y como no tiene ningún sentido, se cae en ridículos tan espantosos como hoy hace La Razón al venir a criticar que tres expresos de ETA hayan conseguido ser diputados y cobren en la misma proporción que los representates de otros partidos en el Parlamento vasco. Lo que el diario conservador expone como negativo es un auténtico triunfo de la democracia: reinserción y lucha en las instituciones por lo que defiende su programa electoral.

Los sentimientos no pueden acabar con la democracia. Es legítimo que a quienes sufrieron la violencia de ETA les duela o les enoje el respaldo democrático que tiene EH-Bildu, del mismo modo que a quienes hoy tienen a familiares en fosas comunes en cunetas les dolerá ver al partido fundado por un ministro franquista -que no ha condenado la dicturadura y se ha burlado de la Memoria Histórica- ser el principal partido de la oposición. Pero ni en uno ni en otro caso es democrático vetarlos; hacerlo, en el caso de EH-Bildu, abre puertas muy peligrosas porque, si también se les niega el uso de las herramientas democráticas para defender los intereses de cientos de miles de vasc@s, ¿qué les queda? No respondan o, mejor aún, ni siquiera lleguen al punto de plantear esa pregunta.

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