Se buscan empresarios y empresarias honradas. Haberlos, claro que los hay, pero es preciso que tomen el mando de las patronales y se hagan valer si quieren mejorar la imagen del empresariado. Es dolorosísimo constatar día a día cómo, con la CEOE a la cabeza, este colectivo calla ante los resultados vergonzantes de la Inspección de Trabajo; comprobar como una constante que sólo alza la voz para lucrarse en beneficio de la clase trabajadora, importándole más bien poco sus derechos laborales.
Si tuviéramos que hacer un símil, podríamos usar a la Iglesia católica y sus creyentes. La CEOE, como la Iglesia, tienen sobrados motivos para que sus miembros y feligreses se avergüencen de ellas, pero el silencio generalizadode éstos, termina por contagiar a la globalidad. Ahora que el ministerio de Seguridad Social ha tensado el diálogo social para la continuidad de los ERE, conviene destacar cómo enmudeció súbitamente la CEO cuando el ministerio de Trabajó detectó a finales del año pasado a casi 3.000 empresarios haciendo trampas con este mecanismo de protección social, obligando a su plantilla a trabajar pese a tener regulada la jornada o a hinchar las listas de trabajadores sujetos al ERE.
No sólo eso, en enero conocíamos que se ha impuesto un total de 3.635 infracciones, con sanciones por valor de más de 16,5 millones de euros. Unos meses más tarde, ya a finales de abril, actualizábamos los datos con un claro empeoramiento: las actas de infracción superaban las 4.500 empresas, con sanciones rondando los 22 millones de euros.
El silencio de la CEOE al respecto es tan estremecedor, tanto como la ausencia de intención de poner orden en casa, derivando toda esa energía a seguir llenándose los bolsillos, arrogándose ser los únicos que crean empleo... o esclavitud. ¿Acaso no recuerdan las amenazas de recurrir a la violencia por parte de algunas patronales agrarias cuando en 2020 la titular de Trabajo, Yolanda Díaz (UP), se propuso intensificar las inspecciones en el campo? ¿No recuerdan cómo Pablo Casado (PP) quiso sacar rédito político y, en lugar de defender los derechos laborales reprochó que "no se pueden admitir las acusaciones falsas e inadmisibles del Gobierno de España al sector del campo acusándolo de que hay esclavitud e infraempleos"?
Pues bien, el balance hasta ahora de esas inspecciones en el campo demuestran que en una de cada tres inspecciones hay fraude. El aumento de las sanciones se cifra en un 140%, superando los 17,1 millones de euros en más de 2.800 intervenciones en las que se detectó fraude. A estas sanciones hay que sumar, además, detenciones de algunos de los empresarios que mantenían a sus trabajadores en condiciones extremas. ES-CLA-VI-TUD. Le guste al líder de la patronal agraria navarra-el de las amenazas- o a Casado. Es la realidad que el ministerio de Trabajo está atajando. De nuevo, silencio de las patronales.
Nos encontramos en una situación crítica, en la que la actitud de patronales como la CEOE, absolutamente despreocupadas por la explotación, ha devenido en que cada día la Inspección de Trabajo detecte fraude en más de 1.000 empleos. Gracias a las acciones llevadas a cabo por el ministerio de Trabajo contra quienes sacan pecho porque dicen crear riqueza -la suya, claro-, cerca de 80.000 trabajadores y trabajadoras eventuales han terminado a ser fijos y se ha regularizado a 30.000 empleadas del hogar.
Queda mucho por hacer, pero hay que admitir que conocer que casi 10.000 trabajadores explotados han recuperado ya 38 millones en sueldos impagados es una muy buena noticia. Y debería serlo para todas y todos, para la clase trabajadora y para todo el empresariado, que no sólo tendría que dar la bienvenida a esta depuración sino formentarla, en lugar de silenciarla, cuando no la torpedea. Estos fraudes, esta explotación nos afecta a toda la ciudadanía porque, quienes dicen crear riqueza, en realidad, con su gusto por los falsos autónomos nos roban a la Seguridad Social muchos millones de euros... por 50.000 falsos autónomos, más de 300 millones. Ojalá esos empresarios y empresarias honestas tomen las riendas de una vez por todas.