Coincidiendo con la llegada a Madrid de una iniciativa histórica como la primera Marcha por la Libertad del Pueblo Saharaui, este fin de semana La Vanguardia ha publicado una entrevista con la titular de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. Indigna de su cargo, la ministra confunde diplomacia con sumisión, agachando la cabeza ante Marruecos tanto que, incluso, elude mencionar al Frente Polisario o al pueblo saharaui ni una sola vez, dejando claro, eso sí, que en esta cuestión el Gobierno de España (PSOE-Unidas Podemos) ignora el Derecho Internacional y el clamor popular del pueblo español.
"Estamos dispuestos a considerar cualquier solución que Marruecos proponga, teniendo muy claro que no le corresponde a España la mediación, puesto que este papel deben desempeñarlo las Naciones Unidas". Esta frase resume el despropósio en que se ha convertido González Laya. ¿Cómo en tan pocas palabras se puede albergar tanta ineptitud? Más allá -que no es poco- de ignorar que España continúa siendo la potencia administradora del Sáhara Occidental según la ONU, la ministra muestra cuán grandes son sus tragaderas ante un país invasor como Marruecos cuya lista de denuncias de Derechos Humanos (DDHH) es interminable. ¿Por qué "considerar cualquier solución que Marruecos proponga" y no introducir en esa ecuación al Frente Polisario, representante legítimo del pueblo saharaui?
Lo más pasmoso e indignante de las declaraciones de González Laya es cómo evita mencionar a la víctima en este conflicto, al pueblo saharaui, a las cerca de 150.000 personas que sobreviven desde hace más de cuatro décadas en campamentos de población refugiada en el desierto del Sáhara, a quienes en los Territorios Ocupados sufren continuas vejaciones por parte del régimen marroquí.
Insiste González Laya en su postura promarroquí, haciendo cómplice al Gobierno de España del sufrimientos saharaui, al indicar que "entendemos perfectamente que Marruecos tiene una sensibilidad muy grande sobre este tema" y destacar que la solución impulsada por las Naciones Unidas "debe ser revitalizada, siempre con el máximo respeto a Marruecos". El respeto por el pueblo saharaui, sus DDHH, el Derecho Internacional o la solución que hace décadas ya impulsó la ONU, es decir, el referendum de autodeterminación, no entran en el argumentario de González Laya, que pasará a la Historia como otro titular más de Exteriores que se mancha las manos de sangre.
Esta posición promarroquí del Gobierno de España que se traduce en la connivencia con la violación de DDHH por parte de Marruecos se extendió a la televisión pública. Ya no es sólo que la cobertura de la manifestación masiva reclamando un Sáhara Libre de este fin de semana apenas tuviera una cobertura de 30 segundos en el Telediario, sino que al dictado de o bien Exteriores o bien de una pobre profesionalidad, eludió mencionar a Marruecos pese a que las protestas se volcaban contra los crímenes que el régimen alauita está cometiendo. Terrible.
La semana pasada mencionaba como la Marcha Saharaui combatía el bloqueo informativo que buena parte de los medios de comunicación ejercen sobre esta cuestión. Yo, que siempre he defendido la labor de mis compañeros en el ente público, que me he destacado por mi solidaridad con el Consejo de Informativos de TVE, no he podido quedar más defraudado... casi tanto como al comprobar que tras décadas de pedagogía a la prensa española, ésta continúa mostrando un desconocimiento palmario del conflicto del Sáhara Occidental, confundiendo la independencia con la autonomía, entre otros patinazos leídos este fin de semana.
Flaco favor ha hecho González Laya al que se supone que es el gobierno más progresista de España, PSOE-UP. Con lo dicho y lo no dicho, este ejecutivo ha mostrado su bajeza moral, su peor cara en cuanto al respeto por la legalidad internacional y el respeto por los DDHH, revelando que es de la misma laya que otros Ejecutivos anteriores, de la misma que el propio Marruecos, que en esta misma legislatura ha invadido las aguas canarias, ha chantajeado a España utilizando seres humanos o ha expresado públicamente su deseo de anexionarse Ceuta o Melilla.