Posos de anarquía

Goteras en el Tribunal Supremo

Goteras en el Tribunal Supremo
Imagen de archivo de Isa Serra. EFE

Cuando un fallo del Tribunal Supremo se filtra antes a la prensa -y sólo a determinada prensa- antes que a la persona condenada, algo huele mal. Cuando, además, el círculo de personas que conocían el fallo es limitadísimo y, aún así, no se cerca a quien ha vulnerado un derecho esencial el hedor ya es tan nauseabundo que provoca cualquier sensación opuesta a la confianza en este tribunal. Ha sucedido con Isa Serra (Podemos), ajena a su condena sin que se le notificara oficialmente, mientras OK Diario la proclamaba a los cuatro vientos.

Siempre me ha sorprendido la facilidad que tiene la Policía Nacional para identificar y documentar insultos al pie de la letra de quienes ejercen oposición, por ejemplo, a un desahucio y, en cambio, son incapaces de identificar entre una docena de agentes cuál de ellos ha hecho uso de fuego real, alcanzando a civiles, como sucedió en Jaén. Qué cosas... tan diligentes para unas cosas y tan, aparentemente, tan absolutamene inútiles para otras.

Sea como fuere, el TS ha ratificado la condena para la diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid que, con sus menos de 50 kg, ha sido presentada poco menos que como la persona capaz de poner en jaque al Cuerpo Nacional de Policía. Una condena que no tuvo en cuenta el amplio material audiovisual de diversos periodistas, mostrando a Serra en actitud pacífica, dando crédito a unos informes policiales que, curiosamente, se presentaron casi un mes después de que se hubiera producido la agresión que describen. Ignoro si es el ritmo habitual de desempeño de estos policías o algo más... Cualquiera de las opciones es mala, eso seguro.

Más allá del juicio en sí que parece presentar tantas irregularidades, esta nuestra Justicia al menos debería tener la decencia de comunicar sus sentencias antes de filtrarlas a los medios afines... pero ni eso. Ver cómo el mercenario de la información Eduardo Inda publica los detalles de la sentencia antes de que haya sido oficialmente puesta en conocimiento de Serra dice muy poco, pero que muy poco del Tribunal Supremo. Que no se abra una investigación y se depuren responsabilidades, dice mucho... y remueve tanto las entrañas que no hay suficiente toga para limpiar el vómito.

Antes incluso de que se confirme oficialmente lo publicado, la batería de burradas incoherentes se ha disparado, obviando, por ejemplo, que cuando sucedieron los hechos Serra no ostentaba ningún cargo público. Su inhabilitación, de hecho, nada tiene que ver con que ahora sea diputada, pues yo mismo, sin ser cargo público, también tendría una pena de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo si fuera condenado por un delito de lesiones leves a un agente de policía. Así es el rebaño cavernario, berreando al unísono las mismas paparruchas.

Queda el gusto amargo de un juicio con sabor injusto, culminado con la ponzoña de una filtración que retrata al Tribunal Supremo y lo pone a la misma altura de quien se hace eco de esta filtración. Queda, en suma, esa inquietante sensación de que la Policía es intocable, ese mal trago que termina por hacernos cambiar de acera cuando nos cruzados con ella, porque la larga lista de sus actos impunes choca frontalmente con la de condenas de activistas sustentadas por argumentos, como 'resistencia a la autoridad', tan endebles como arbitrarios... un clásico ya en sus filas, un 'por defecto'.

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