Posos de anarquía

Los comeflores siempre tienen razón

Los comeflores siempre tienen razón
Peces muertos en la playa de Murcia. - Juan Carlos Caval / EFE.

Cada vez que los colectivos ecologistas encienden las luces de alarma y éstas afectan directamente al bolsillo de alguien, se desata la lluvia de descalificaciones. Perroflautas, comeflores, antisistemas... todo vale con tal de tirar por tierra sus denuncias y continuar lucrándose a costa del planeta. Ha sucedido en Murcia, que después de años ignorando estas denuncias, décadas ninguneando a los comeflores, el Mar Menor se muere. Y ahora vienen los lamentos de quienes lo tuvieron todo en su mano para detenerlo.

Como ha sucedido en la práctica totalidad de la costa mediterránea española, el urbanismo desaforado, sin un correcto planeamiento, está detrás de los millones de peces que desde 2019 aparecen muertos flotando en Murcia como consecuencia de la falta de oxígeno. La visión cortoplacista de quienes han gobernado la Comunidad y Ayuntamientos ha sido cómplice indispensable de esta atrocidad, de la que los colectivos ecologístas llevaban mucho tiempo advirtiendo.

A este urbanismo se suman otras denuncias ignoradas sistemáticamente, como son los vertidos de explotaciones agrícolas o la sobrexplotación de acuíferos, con casi 1.000 hectáreas de regadío ilegal. Todo cuanto se obvió, todas las advertencias calificadas de exageraciones en el pasado atizan ahora bofetadas de realidad con toneladas de peces muertos, playas cerradas, turistas que huyen como alma que lleva el diablo y negocios locales en peligro de extinción. Los comeflores tenían razón, aunque ahora eso ya no importe en esa región.

Donde quizás sí debería tener importancia es en Málaga, por ejemplo. Allí, llevamos años asistiendo a la visión cortoplacista de los gobernantes y las explotaciones agrícolas. A pesar de que cada verano la región pone encima de la mesa el decreto de sequía por la falta de lluvias, con embalses como el de la Viñuela bajo mínimos, el cultivo de subtropicales como el mango y el aguacate se multiplica.

Otras provincias, como Almería, lo tienen prohibido, hasta el punto de que cuando se detecta alguna explotación cultivándolo se le corta el riego. En Málaga, en cambio, la región de la Axarquía se encuentra el borde del colapso hídrico por la cantidad de agua que cosumen las plantaciones de mango y aguacate. Son demasiadas las explotaciones que han sustituido cultivos como los naranjos o los olivos por estos subtropicales, cuyo margen de beneficio es mucho mayor. Ahora, en cambio, comienzan a sudar frío al comprobar cómo la amaneza de no disponer de agua con que regar puede dar al traste con su estrategia de enriquecimiento.

¿Qué hacen mientras los gobernantes? Pues ahí tenemos a personajes como Francisco Salado, presidente de la Diputación Provincial de Málaga, que no sólo ignora las advertencias de colapso hídrico, sino que es un habitual en actos de empresas que se enriquecen con los subtropicales, como Trops, y no duda en apostar por extender el cultivo más allá de la Axarquía, llevándolo a toda la provincia de Málaga.

Llegará el momento, como ha sucedido en Murcia, en que Málaga llorará la muerte de su campo, mire hacia atrás y vea que los comeflores tenían razón, que aquellos que fueron ignorados sólo buscaban el bien común, mientras que quienes son más amigos del bien particular condenan a nuestro planeta a un futuro muy oscuro.

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