Posos de anarquía

España Vaciada y el complejo salto del activismo a partido político

España Vaciada y el complejo salto del activismo a partido político
España Vaciada durante la celebración de #Presura21, la V Feria nacional para la Repoblación, el pasado mes de noviembre.- España Vaciada

El movimiento España Vaciada no ha conseguido organizarse de manera que concurra en las nueve provincias para las elecciones autonómicas de Castilla y León; lo hará en cinco (Valladolid, Salamanca, Soria, Palencia y Burgos) y con diferentes nomenclaturas. Más allá del evidente fracaso de las políticas del PP al frente de la Junta de Castilla y León durante 35 años -desde la victoria en 1987 de José Mª Aznar-, el fenómeno se presta al análisis: ¿es necesario saltar del activismo a los partidos para alcanzar los objetivos? España Vaciada tiene claro que sí.

El hecho de que la ciudadanía se movilice en una plataforma y dé el salto a la política por no sentirse representada en su lucha por el desequilibrio territorial evidencia un fracaso que, tras 35 años en el gobierno, únicamente es imputable al PP... en Castilla y León, claro, porque España Vaciada está presente en 30 provincias de una docena de Comunidades Autónomas. Así pues, la mera candidatura de este movimiento ciudadano es una enmienda a la totalidad de las políticas de los populares en Castilla y León, pero su existencia en el resto del territorio nacional es fruto de un fracaso mucho más generalizado.

La jugada de España Vaciada no resulta nada sencilla por su misma naturaleza. A nivel nacional, el movimiento se compone de más de 170 plataformas, locales, comarcales, provinciales, regionales, y nacionales, a las que hay que sumar otras tantas redes sectoriales, de mujeres rurales, etc. Es, pues, un movimiento muy heterogéneo que se aglutina en torno a un objetivo común: corregir las desigualdades sociales y territoriales.

La meta está bien definida, lo que no lo está tanto es la ruta a seguir para conseguirlo. En un movimiento tan heterogéneo caben muchas tendencias con idéntico objetivo para cuya consecución se concitan diferentes recetas. Hacer crecer la región es un denominador común pero, quizás, unos quieran hacerlo apoyándose más en lo público y otros en la privatización de determinados servicios públicos. Por citar un ejemplo, en Educación se reclama de manera muy acertada el impulso de una Formación Profesional Rural pero, ¿ha de hacerse fomentando la iniciativa privada, concertada? El diablo está en los detalles y el salto a partido político requiere mucha concreción.

Esta misma heterogeneidad es la que ha propiciado que, aunque bajo el mismo paraguas de España Vaciada, en cada una de las cinco provincias concurra una marca diferente con objetivos provinciales distintos, lo que no es necesariamente malo si mantienen un mismo hilo conductor una vez que entren en la Junta. Ahora bien, tampoco puede obviarse la realidad de aquellas agrupaciones localistas que por alguna razón tampoco se ven representadas en España Vaciada y van por libre, como sucede con Bierzo Existe o Palencia Existe.

Otro problema añadido que puede surgir es la llegada de los llamados paracaidistas. Es el caso de la cabeza de lista por Valladolid: Cristina Blanco Rojo, la que fuera concejala de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Medina del Campo y que se diera de baja en el partido naranja en septiembre de 2020 tras salir escaldada de las luchas intestinas de poder. Ya lo indicó en su día al dimitir: "reconozco que interpreté erróneamente la invitación recibida en su día: pensé que un ala de mi partido quería arroparme y proyectarme políticamente" y, al parecer no fue así. Quizás España Vaciada sí le de la proyección política que ansiaba.

Más allá de estos riesgos, amplificados por tener que pisar el acelerador para llegar en plazo a presentar listas y por ese autoengaño de pensar que es posible confeccionar un programa "sin ideología", cabe una última reflexión: ¿es necesario dar el salto a partido político para lograr los objetivos? España Vaciada, como sucedió con el 15-M en el pasado, está convencida de que sí. Otras corrientes, como es el caso del proyecto en ciernes de Yolanda Díaz -a falta de que se vayan desvelando más detalles-, parecen inclinarse más por movimientos ciudadanos que por partidos políticos al uso.

El debate es complejo, mucho, aunque simplificarlo o banalizarlo sea lo más habitual. ¿Es posible ejercer una influencia, eso que llaman lobby, lo suficientemente contundente desde el activismo como para ejecutar cambios? En provincias como Soria, el activismo que alimenta España Vaciada tiene décadas a sus espaldas, pero a la vista está que no ha conseguido alcanzar sus metas.

El mero paso adelante de conformarse como partido político, aunque se obtenga una representación minoritaria, parece un avance; de hecho, ya hay guiños de otras fuerzas mayoritarias que se hacen eco de sus demandas, bien para comer de su granero de votos o para preparar el terreno para futuros pactos. Y este avance se genera a partir de un fracaso: el de los partidos políticos existentes, tanto del bipartidismo PP-PSOE como de las fuerzas de nuevo cuño, que han abandonado a un parte de la población, esa que se reivindica pese a todas las dificultades y riesgos a su paso.

Más Noticias